Tras la aplastante victoria de Ayuso y el desastre socialista en Madrid, Casado se veía en Moncloa. El anuncio de los indultos a los independentistas, rechazados por la mayoría de los españoles, socavaba aún más a un Gobierno en horas bajas. El escenario era óptimo para el PP. Pero en la última semana el guion ha dado un giro. Colón-2 fue un fiasco, no solo por el descenso de manifestantes respecto a Colón-1, sino también por el boicot de los barones populares y el dislate anticonstitucional de Ayuso al considerar cómplice al Rey si firmaba la medida de gracia. El mismo día, Susana Díaz perdía unas primarias que, caso de haber ganado, habrían sido un torpedo en la línea de flotación de Sánchez. Mientras, la vacunación sigue viento en popa y todo indica que se cumplirán las previsiones de Sánchez, que desde la derecha se consideraron un brindis al sol. Con el fin de la pandemia cerca, la presidenta de la Comisión Europea, Von der Leyen, trajo bajo el brazo el maná europeo y calificó de «excelente» el plan español que Casado trató de obstaculizar en Bruselas. Paralelamente, el Banco de España mejoraba sus previsiones de crecimiento y Ana Botín decía que la economía española se va a «salir del mapa». El PP tomó un respiro burlándose del paseíllo de Sánchez con Biden. Pero el apoyo a los indultos de la patronal, que se unía a los sindicatos, supuso un serio revés para Casado, al igual que el fracaso de la recogida de firmas en su contra. El líder del PP empieza a tener muy difícil colocar su mensaje catastrofista respecto a la economía; y que los indultos vayan a ser la tumba política de Sánchez no está ya tan claro. ¡Vaya semanita que le han dado a Casado! Aunque el escenario es tan volátil que las tornas pueden volver a cambiar en cualquier momento.