Samuel

Cartas al director
Cartas al director CARTASALDIRECTOR

OPINIÓN

MARCOS MÍGUEZ

06 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Me identifico con la reflexión de Alejandro Sanz en su cuenta de Twitter sobre la repercusión del homicidio de Samuel, un joven coruñés de 24 años este domingo. Manifestaba que estamos muy mal cuando centramos nuestra preocupación en la orientación sexual del asesinado, antes que en el instinto criminal de sus asesinos. Es lamentable que sus padres tengan que asistir a una masiva declaración de los medios, organizaciones e incluso de gobernantes sobre ciertos derechos y libertades, tratando de centrar este asesinato en motivos que favorecen sus ideas. Y no entro en esas ideas, entro en lo deplorable que es hacer uso de una situación tan trágica para sacar provecho de ello. Porque la base de la libertad está en la verdad y la verdad, según los medios policiales, es que nada tiene que ver con esas conjeturas y si aún lo tuviera, ese no es el centro del problema. Y porque la justicia está en localizar a sus asesinos y llevarles al juzgado, ya no tanto como un acto de reprensión solamente, sino de prevención. Para ello debemos de hacer una reflexión real sobre qué resortes son los que mueven a los jóvenes a exaltarse con tanta facilidad y a montar cada fin de semana verdaderas batallas campales, en donde dan rienda suelta a sus instintos más animales. Francisco Barreiros.

 La cuarta edad

Tenía curiosidad por saber cuál era la definición de la Real Academia Española de la Lengua para la palabra «vejez» y no es otra que «el último período de la vida de una persona, que sigue a la madurez y en el cual se tiene una edad avanzada». Una definición un tanto caduca, que se debería revisar para adaptar, sobre todo, al incremento de la esperanza de vida. Si ya se es mayor, anciano o viejo, a partir de los 60 años y dentro de poco superaremos los 100 años con normalidad, todo parece indicar que esta última etapa de la vida va a ser la más prolongada comparada con la infancia, la adolescencia, la juventud, e incluso la madurez. El Diccionario podría definir este nuevo concepto como el de «edad avanzadísima», con un nuevo término que habría que inventar, pero si asociamos la «tercera edad» a la vejez, ancianidad o senectud. Podría ser «la de la cuarta edad». Es un difícil reto para la Real Academia, entre otras cosas, porque más allá de la vejez hay mucha vida pero aún no sabemos distinguirla ya que esta cuestión nos ha pillado a todos con el pie cambiado. Enrique Stuyck Romá.