
Cuando un equipo de fútbol cosecha malos resultados el manual al uso dice que hay que cambiar al entrenador; no hacen falta explicaciones, las directivas de los equipos confían en el revulsivo que eso supone para los jugadores y para las aficiones. Y ¿por qué los entrenadores y no los jugadores? Fácil, es más simple negociar el cese del contrato de uno que el de once, y por otro lado, el mercado de fichajes de los jugadores es cerrado y el de entrenadores, abierto.
En política ocurre exactamente al revés. Aunque el manual dice casi lo mismo que en el fútbol, lo cierto es que al único que no se puede cambiar es al presidente, y sin embargo, apenas tiene costes cambiar a los ministros; seguramente, en este caso, la explicación tiene algo que ver con el hecho de que quien tiene la capacidad de realizar los cambios es el propio presidente, digo yo.
Lo cierto es que Pedro Sánchez es de los que confían plenamente en el manual, y por eso, al primer golpe de las encuestas ha decidido que más vale una buena crisis que una mala continuidad, porque, aunque tratemos de vestirlas de futuro, las crisis, no dejan de referenciar que algo estaba mal en aquello de lo que se prescinde.
Sánchez ha iniciado esta legislatura con un Gobierno de nombres que lo fortalecían a él, Borrell, Calviño, Ábalos, Calvo, Duque, referencias sociales o partidarias que servían de sostén a la cierta bisoñez que mostraba su experiencia en las lides de gobierno, y también, por qué no decirlo, garantizaban la fortaleza de la parte socialista frente a las siete plagas que representaba el sector de Unidas Podemos.
Ahora Sánchez ha decidido asumir la responsabilidad en singular, podrá equivocarse o no, pero lo hará él. Ahora es él el que sostiene al Gobierno y no el Gobierno el que lo sostiene a él, y eso tiene un riesgo. Y para quedarse solo en el timón, con la única compañía de Nadia Calviño, recurre a su viejo compañero de viaje, Óscar López.
Cuando un presidente se hace políticamente adulto tiene que acabar con sus «pares»; González con Guerra, Aznar con Cascos, todos necesitan un gabinete ante el que se sientan el único líder.
Sánchez se ha creído forzado a hacer esto muy pronto, demasiado pronto, los tiempos de pandemia generan demasiadas incertidumbres, pero en política, los nervios dibujan tus debilidades.
Liderazgo masculino y singular en medio de un Gobierno femenino y plural. Hagan sus apuestas.
Nieves Lagares es miembro del equipo de Investigaciones Políticas USC