Hacia la segunda caída del Muro de Berlín en La Habana

Fernando González Meléndez PERIODISTA DE ORIGEN VENEZOLANO EXILIADO EN ESPAÑA

OPINIÓN

MABEL RODRÍGUEZ

15 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Tras los recientes acontecimientos en Cuba, donde miles de personas han salido a las calles para pedir libertad, algunos dirigentes políticos en España, han reaccionado de forma indirecta, o directa, en defensa del régimen comunista de La Habana. Las excusas, las mismas de siempre: que hay «un embargo de Estados Unidos», o que hay una «conspiración yanqui».

Lo cierto es que dicho embargo internacional, tal como es, nunca ha existido. Tras la llegada de Fidel Castro al poder en 1959, y proclamarse comunista, Cuba estrechó sus relaciones comerciales, económicas, y militares con la extinta Unión Soviética (URSS). Es decir, desde 1959 hasta la desaparición de la URSS en 1991 Cuba vivió tranquilamente gracias al programa de intercambio de azúcar cubano por petróleo soviético, hasta que un día apareció un señor llamado Mijaíl Gorbachov y vio que el negocio no era rentable. Aún recuerdo cuando Fidel Castro acusó a Gorbachov de traidor a la revolución. En resumen, desde 1959 a 1991 Cuba no vivió ningún bloqueo internacional. Solo un país puso restricciones, Estados Unidos. Pero el resto del mundo pudo hacer negocios, como España, que creó una infraestructura hotelera turística importante en la isla, y que contribuyó durante años a que millones de turistas llegasen llenos de dólares, los cuales, con los controles del castrismo, ayudaron a llenar las arcas del régimen. Mientras el cubano de a pie vivía en la miseria, con cartillas de racionamiento, en los hoteles de cinco estrellas los turistas comían bufés libres sin falta de nada. Y lo más increíble es que todo estaba dolarizado por el régimen, pero si pillaban a un cubano con un dólar en sus bolsillos se le acusaba de traidor e iba a prisión.

Tras la desaparición de la URSS, el régimen de La Habana, realizó algunos cambios. Por ejemplo, empezó a permitir que los exiliados pudieran retornar a visitar a sus familias, pero eso sí, tenían que pagar en dólares todos los trámites y permisos. También se permitió el envío de remesas de dólares de los exiliados a sus familias, pero bajo el control estricto del régimen, que ejercía -y hoy sigue ejerciendo- de casa de cambio de moneda, quedándose con esos dólares y entregando a los cubanos la versión de la moneda cubana (peso) al cambio oficial del régimen. Por otro lado, en las calles florecía un mercado negro, impulsado por el mismo régimen, para controlar los dólares que circulan en la isla.

¿Y qué más ha hecho el régimen para poder, supuestamente, sobrevivir tras la caída de la URSS? Muy sencillo: ayudó a crear regímenes como los de Daniel Ortega en Nicaragua o Hugo Chávez en Venezuela. En el caso de la Venezuela de Chávez, esta regaló miles de millones de dólares a Cuba desde 1999. ¿Y qué ofrecía Cuba a cambio de esa ayuda multimillonaria? Enviaron algunos médicos cubanos, muchos de los cuales posteriormente, tras llegar a Venezuela, escaparon a un tercer país en busca de asilo político.

Llegó el virus en el 2020 y con ello las consecuencias de la paralización del turismo a nivel global. El régimen dejó en gran medida de seguir confiscando dólares a los turistas. A pesar de seguir recibiendo ayuda económica de Venezuela, Rusia o China, el régimen se ahoga en deudas, porque Cuba también tiene deudas multimillonarias con terceros países (España, Rusia, China, etcétera), las cuales, nunca ha asumido y no quiere pagar. Por ejemplo, Cuba debe a España más de 2.200 millones de dólares, y a Rusia 3.000 millones de dólares, y eso que Moscú, en el 2014, perdonó (condonó) en un 90 % la deuda que tenían desde la época de la URSS: más de 30.000 millones de dólares. En el caso de China, la deuda de Cuba supera los 20.000 millones de dólares (pese a que en el 2011 el país asiático perdonó 6.000 millones de dólares).

Y con todo esto hay quienes afirman que hay un «embargo económico». Yo me pregunto: esos miles de millones de dólares (venezolanos, rusos, españoles, chinos...) que han entrado en Cuba, ¿en qué se han gastado? ¿Se lo han quedado los yanquis? ¿Se lo ha quedado el ciudadano de a pie en Cuba, que vive miserablemente con una cartilla de racionamiento desde 1959?

Hoy en las calles de Cuba se respiran aires de cambio, esos mismos aires que ayudaron a la caída del Muro de Berlín en 1989, y si todo va bien volveremos a ver otra caída de otro muro, que podría ayudar a liberar no solo a Cuba, sino a Venezuela o Nicaragua.