
A veces, la única palabra para describir lo que pasa en el panorama televisivo es perplejidad. Un buen ejemplo de ello ha sido la nefasta estrategia que Antena 3 ha llevado a cabo con Mask Singer, un concurso de entretenimiento familiar que durante su primera edición les permitió saborear de nuevo las mieles del éxito que es tener ahora casi un 30 % de cuota de pantalla.
Pero la segunda edición ya comenzó con mal pie. Atresmedia anunció la gala inaugural y emitió un especial sobre cómo se fabrican las máscaras, que lejos de entretener cabreó al público y le restó magia al formato. Y volvió a repetir la jugada a puertas de la final, cuando el partido de la Eurocopa se alargó con una prórroga y unos penaltis. A los que poco les importaba quien ganase, les volvió a enfadar el anuncio de una gala que nunca se emitió y que tuvieron que ver un refrito.
Ahora, cuando apenas quedan unas cuantas máscaras que adivinar, Antena 3 juega al despiste de nuevo y cambia la final para el jueves, para alargar de manera esperpéntica el final de Mujer y no enfrentarse así a Olga Moreno en Telecinco.
Y después alguien se preguntará, lamentándose, porqué el público está desencantado con Mask Singer. Ante semejante desbarajuste, siempre quedará el poder de darle al botón rojo de apagado.