
Me llama la atención que, a menudo, personas que en debates, redes sociales o a través de publicaciones se manifiestan críticas con los beneficios de las vacunas, rechacen contestar a preguntas acerca de si ellas mismas se han vacunado o no e incluso muestren indignación alegando que se está invadiendo su intimidad.
Es indiscutible que todo el mundo tiene derecho a la confidencialidad de sus datos de salud, pero ¿no es oportuno que cuando un individuo se posicione públicamente sobre esta medida preventiva deba también hacer público, como una forma de conflicto de intereses, su estado de inmunización?
Uno de los argumentos recurrentes de estos sujetos es una supuesta falta de transparencia en la información que proporcionan, al respecto, los diferentes países a través de sus servicios de salud o de sus agencias de medicamentos. Curioso y paradójico: ¿solo es censurable la opacidad institucional pero no la individual?
¿Por qué a un individuo «antivacunas» le produce rubor o desagrado esta cuestión?
Imaginemos que se haya vacunado, ¿qué motivos puede tener para querer ocultarlo? Únicamente se me ocurren dos, que su argumentación solo sea una «pose» y en realidad no se la cree, «el miedo es libre», o bien que, aún en contra, lo haga por conciencia y responsabilidad social. A mi juicio, ambas posibilidades son éticamente reprochables ya que con su actitud está influyendo o induciendo a que otros tomen una decisión distinta a la que él ha optado.
Supongamos, por el contrario, que efectivamente no se haya vacunado. Parece que, por coherencia, no tendría sentido mantener en secreto una decisión que es consecuencia de sus manifestaciones, opiniones, juicios o creencias (que voluntariamente ha hecho públicas con el ánimo de influir en su audiencia). Entiendo, por tanto, que si lo hace es por miedo al rechazo social y al posible perjuicio en sus intereses, a modo de ejemplo, a que pueda repercutir negativamente en su negocio o medio de vida.
No se trata de estigmatizar, pero, a modo de reflexión, me gustaría poner sobre la mesa las siguientes dudas que tienen un enorme calado ético, y advertir de antemano que no tengo respuesta para ellas: ¿Tengo derecho a saber si mi médica de cabecera o mi enfermero están vacunados? ¿Como cliente de un supermercado o de un restaurante puedo solicitar que me comuniquen si sus cajeras, charcuteros, fruteras, cocineros o camareras están inmunizadas? ¿No es lícito querer tener acceso, con transparencia, a esa información para así, como usuario o cliente, poder elegir el establecimiento en el que me sienta más seguro y protegido?
Declaración de conflicto de intereses: estoy vacunado contra el covid con la vacuna Comirnaty (Pfizer).