Como en Glasgow

Ramón Pernas
Ramón Pernas NORDÉS

OPINIÓN

cristobal ramirez

31 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Una leyenda urbana, o una fake news reiterada, insiste de manera pertinaz y tozuda que en Galicia, y en verano, llueve mucho. Ni es del todo falso ni en ningún caso, cierto. En una ocasión un paisano me aseguró -en una mañana de agosto en la que la niebla acampó en la costa como una autocaravana invasora- que por estos pagos «chove cando fai falla» y si hace falta la lluvia en sus expresiones mas gratas acude para paliar el sofocante calor húmedo que durante muchos días de julio o agosto no resulta excepcional.

A mis amigos defensores de los veranos exóticos les digo que mi veraneo en la costa norte más al norte, donde nací, es similar a una estancia agosteña en Glasgow. Es como veranear en Escocia, y les desmiento que Sanxenxo sea una replica de Marbella, y que Ribadeo no es Edimburgo, aludiendo al clima «templado y oceánico» que tanto en Escocia como en Galicia propicia que los «inviernos sean suaves y templados los veranos», aunque hace pocos días los termómetros escoceses estuvieron a reventar alcanzando en el litoral 32 grados centígrados, con prácticamente un 85 % de humedad.

Escocia tiene 5,5 millones de habitantes, tres más que Galicia, en un territorio que como en el gallego coexisten dos lenguas (el escocés y el ingles), mientras la gaita es el sonido común a nuestras dos culturas. Somos sentimentalmente muy parecidos. La mar y el cultivo interior unido a la ganadería nos acercan en esa nostalgia marinera y campesina de la que ambos hacemos gala. No tenemos whisky, pero nuestro licor café, el aguardiente de orujo y nuestros excelentes vinos no resultan nada desdeñables.

Por supuesto que en Galicia no hay ningún lago como el Ness, pero en este norte del norte tenemos en un extremo una catedral laica y rocosa que el mar labró en una playa, y en el otro, una serpiente natural que serpentea desde una ladera hasta la mar. As Catedrales y el Fuciño do porco abren y cierran el paisaje sublime de A Mariña para el que demandamos junto con Mondoñedo, la declaración por parte de la Unesco de patrimonio (material o inmaterial) de la Humanidad. Y mientras tanto, en esta parte del mundo, seguimos veraneando como en Glasgow, y tan a gusto.