El error del presidente Joe Biden no ha sido retirar las tropas estadounidenses de Afganistán, aunque esto pueda seguir siendo objeto de debate. El verdadero error ha sido hacerlo sin garantizar la seguridad de los suyos y, muy particularmente, la de aquellos afganos que habían colaborado con ellos y que se quedaron en la estacada o ya perdieron sus vidas. Es en este punto en donde falla la ecuación cuyo teórico resultado debería ser que todo se ha hecho del mejor modo posible, y no ha sido así. Porque quizá había un modo más simple y mejor: Advertir a los talibanes de que EE.UU. se retiraba con todos los suyos, pero también con los nativos que habían trabajado para ellos, bajo la amenaza de que, de no ser así, no se irían o regresarían con sus armas y sus bombas.
El silencio de Biden sobre esto es ahora muy comprensible, porque no ve ninguna ventaja en lanzar bravatas o hacer conjeturas. Lo que ha sucedido es un dato ya computado y valorado por todos, sobre todo por los dirigentes de China y la URSS, que hacen balances del histórico suceso y de las consecuencias a su favor. Porque habrá consecuencias que rusos y chinos ya están tratando de convertir en ventajas. Pero hacer ahora vaticinios sobre todo esto es un juego de adivinanzas simplemente estéril.
Porque el vencedor no ha sido Osama Bin Laden, en contra de lo que se han apresurado a proclamar algunos. La verdad es que aún no hemos tenido tiempo de vislumbrar el verdadero rostro del vencedor que saldrá de todo esto. Las fichas sobre el tablero no se han movido lo bastante como para dejar ver el horizonte futuro.
Biden comparece imperturbable y avanza su propósito de impulsar una alianza estratégica de EE.UU. con Australia y el Reino Unido, para frenar el auge chino. Con este propósito, ya ha anunciado que contarán con submarinos de propulsión nuclear y otras novedades. Porque, ciertamente, el éxito talibán ha sacudido el tablero y ha sembrado incertidumbre en unos tiempos en que muchos intereses internacionales están concernidos. Habiéndose equivocado o no, Biden sabe que lo de Afganistán traerá cola.