Menos sushi y más robalizas

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

CESAR QUIAN

13 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La última aventura empresarial de los hermanos Roca es un restaurante llamado Normal. Si los cocineros fueran periodistas, habrían dado con uno de esos titulares que lo explican todo, como aquel «CReído» que El Mundo Deportivo le dedicó a Ronaldo o el «Ya huele a ajo en la Isla» que las crónicas conceden a la prensa inglesa cuando se abrió el túnel del Canal, un vendaval culinario que Victoria Beckham ya había sentido en aquella España que le olía a lo que le olía.

La verdadera dimensión de lo normal se nos ha revelado en el último año y medio. Viene a ser eso que despreciamos hasta que lo perdemos, el tejido que nos sustenta, un tic tac de rutinas y certezas que te acompaña cuando todo va bien, darle vueltas al ColaCao y que amanezca, avanzar en el coche con tu mano en su nuca, cosas corrientes y ordinarias que solo a veces muestran sus costuras irremplazables.

En el caso del restaurante de los Roca, hablan de cocina directa y artesanal ligada a las raíces, o sea, esos guisos de siempre desplazados en estos últimos años modernos por espumas, ceviches, reducciones, izakaras, pokes hawaianos y pollos tandoori. La mejor secuencia del poder brutal de la comida y su conexión salvaje con la memoria fue dibujada. Un desapacible crítico gastronómico prueba la sopa ratatuille que apañó una rata y su cerebro explota y viaja en el tiempo hasta el niño dulce que había sido. Y en ese viaje, que es el del tiempo perdido, el tipejo se redime. Es la comida normal a fuego lento y llama viva, la comida que dice de dónde venimos, la cocina de mujeres que sabe a gloria, sin imposturas ni simulaciones, a de sempre. El Normal de los Roca pronostica un tiempo con menos sushi y más robalizas. Por favor.