Primer curso de socialdemocracia

Xose Carlos Caneiro
xosé carlos caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

Angel Medina G.

25 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

En el país más socialdemócrata de todos los países socialdemócratas del orbe (le llamaríamos Progrelandia si no fuese por la ridiculez y tosquedad del término) se enseña la socialdemocracia desde la más tierna infancia. 

Los niños y las niñas, todas y todos, comienzan a asimilar un mundo perfecto. Tan perfecto como el mundo feliz que pintó Aldous Huxley, pero con matices.

La sociedad se divide en castas. Esa lección de primero de socialdemocracia se imparte cuando los discentes comienzan a asimilar varios libros de obligatoria lectura: personajes angelicales que cuidan del planeta y los pérfidos que lo estropean con su dinero y sus emisiones de CO2, que no saben muy bien qué es eso, pero entienden que debe de ser malísimo, tanto como aquellos que discutan cualquiera de los principios socialdemócratas.

Del precio de las cosas a los muchachos no les hablan demasiado. Algunos creen, ya entrados en la adolescencia, que el dinero se fabrica en La casa de papel, que es una serie que cumple todos los objetivos del primer curso de socialdemocracia: los ladrones son vitoreados y los policías, abucheados. Es una serie que cumple todos los objetivos curriculares del curso de socialdemocracia.

Hay más, como El desorden que dejas, que creó un escritor de Celanova basándose en su novela del mismo título.

Aquí, hasta hay altos cargos de la Xunta que son abyectos, que no se diga que desconocemos que lo peor de lo peor es la Xunta cuando la gobierna el PP. Y Madrid con Ayuso, por supuesto, aunque Ayuso aún no existía políticamente cuando se perpetró esta obra maestra de la narrativa contemporánea y los seriales (mucho peores que las telenovelas mexicanas de antaño y las turcas de hogaño).

Sigo. No es fácil en tres mil caracteres perfilar el primer curso de socialdemocracia.

Están los impuestos, lección principal. Que paguen más los que más tienen, he aquí el célebre aforismo que todos y todas celebramos, aunque después resulte que a los ricos (curiosamente nunca dicen los ricos y las ricas) les importen poco el precio de la gasolina, de los cigarrillos, del pan o de los tomates, que suben y suben y vuelven a subir. ¿Y por qué?, le pregunta un alumno o una alumna al maestro o maestra de socialdemocracia. El docente (o la docenta) calla, mientras un listillo, con el que nadie quiere jugar en los recreos, dice que los precios suben porque hay que pagar hasta por las autovías, aunque ya hayan sido pagadas.

Y porque la electricidad sube a lo loco por culpa de los pufos que tenemos que pagarles a las eléctricas por las energías renovables. Pero subiría más si gobernasen los otros.

Los otros no es una película, sino aquellos que representan el atraso y la corrupción. Se comen hasta a los niños. Son dráculas. Dieron un golpe de Estado y todo. Maltratan a sus mujeres y las quieren en las cocinas. Y no son nada elegetebeí.

Qué malos son los malos, ese es el colofón de la primera lección de socialdemocracia.

Del ultrafeminismo y el heteropatriarcado y de Amancio Ortega, al que le dedica una tesis un tal Pablo Echenique, hablaré en otra ocasión.