El desafío chino

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

Thomas Peter

01 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

No deja de llamar la atención que, mientras EE.UU. avanzaba en el intento de frenar la expansión internacional de China, la propia China se le estuviese colando sigilosamente en varios países latinoamericanos. Lo cual vendría a acreditar que el ataque estadounidense a Afganistán y el posterior acuerdo con el Reino Unido y Australia para frenar a Rusia no han sido una muestra de gran estrategia político-militar. Porque, entre tanto, China siguió avanzando en el ámbito comercial, sin preocuparle demasiado que buques estadounidenses se paseasen por sus mares.

En EE.UU. se han dado cuenta de que los chinos no han dejado de aumentar su presencia en América Latina desde que, en 2002, entraron a formar parte de la OMC. El presidente Obama advirtió del peligro y creyó tener la solución reorientando su política exterior hacia Asia y el Pacífico, pero se equivocó. Porque en la década de 1980 fue precisamente cuando la crisis de la deuda provocó más daños en América Latina, con ajustes y reajustes económicos brutales, y con la pobreza más que duplicada.

¿Dónde estaba entonces la ayuda de EE.UU.? ¿Vigilando a China? La realidad fue que los estadounidenses tardaron en darse cuenta de que solo el Gobierno chino estaba ofreciendo créditos a los países con dificultades para que pudieran financiarse en los mercados internacionales (como los casos de Venezuela, Argentina o Ecuador, a los que Pekín ofreció la posibilidad de amortizar préstamos con materias primas). China es el mayor socio comercial de Brasil, Chile, Perú y Uruguay y el principal acreedor de la región. Pekín vende producto manufacturado y compra materias primas.

Por esto, EE.UU. ha vuelto su marina hacia el Pacífico. ¿Para hacer qué? Quizá solo se trata de una advertencia, de un pulso. Pero China no caerá en provocaciones porque lo que más anhela es cumplir su viejo sueño de recuperar la isla de Taiwán, y seguir avanzando en el comercio mundial. EE.UU. ha tomado conciencia del problema y sabe que ningún presidente sobrevivirá si no acierta en afrontar e intentar revertir esta situación.