El poeta Shelley y yo

Eduardo Riestra
eduardo riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

05 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Seguramente, ustedes que me leen habrán visto la película de El Santo, y en ella la estatua yacente del poeta romántico inglés Percy Bysshe Shelley en la Universidad de Oxford. Es un hermoso y tristísimo mármol de un joven que fue expulsado de esa misma universidad por escribir sus opiniones sobre el ateísmo. Shelley era amigo de Lord Byron y, con él, su médico Polidori y las hermanastras Mary Godwin y Claire Clairmont, pasó el verano de 1816 en una casa llamada Villa Diodati, en Suiza, a orillas del lago Leman. Allí encerrados por el mal tiempo durante tres días de junio, que pasarían a la historia de la literatura universal, llevaron a cabo un desafío literario: escribir la más terrorífica novela gótica. Y de aquello salió Frankenstein, de quien ya firmaría como Mary Shelley, y El vampiro, el precedente del Drácula de Bram Stoker, escrito por John Polidori. La vida de Shelley fue confusa y rápida. Junto a Mary, vivió con Lord Byron en Venecia, y viajó por Italia incesantemente. Pero solo tenía 30 años cuando el 8 de julio de 1822 su barco naufragó en el mar Mediterráneo. Al aparecer su cuerpo encontraron en un bolsillo la Lamia de Keats.

 Ahora me acaba de llegar un obeso volumen con la más extensa antología bilingüe publicada hasta ahora de la obra poética de Shelley, que firma José Luis Rey y edita el Reino de Cordelia,de Jesús Egido, y para mí es como si hubiese llegado papá Noel. Por eso quiero compartirlo con ustedes: ¡Ay de mí! Se ha marchado como vino el fuerte invierno.