Escribidme una carta, señor cura

Eduardo Riestra
eduardo riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

M. MORALEJO

06 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Un periódico de Madrid ha publicado esta semana las cartas que se han intercambiado Biden y Putin sobre la crisis de Ucrania, y la verdad es que verlas así, juntas, me dio mucha envidia, pensando en qué habrá pasado con la correspondencia perdida —tal vez quemada— de Benito Pérez Galdós a Emilia Pardo Bazán. El correo tradicional, que durante los siglos diecinueve y veinte —cuando la gente aprendió a leer— tanto se utilizó que los ingleses otorgaban a su Post Office la misma categoría que a la Iglesia de Inglaterra, empezó a desaparecer hace medio siglo por el teléfono rojo de Kubrick, para acabar en nuestros días arrasado por el TikTok

Los pueblos tuvieron durante largo tiempo a escribidores de cartas, que en Galicia las mandaban a América para que los maridos emigrantes no se olvidaran de sus mujeres, y que aquellos contestaban dando recuerdos «a todos los que por mí pregunten». En los quioscos de prensa y en las ferias se vendían, junto al calendario zaragozano, unos cuadernos con ejemplos de cartas que uno copiaba para mandar a su novia o al Ministerio del Ejército. Las de amor, que pronto fueron un género en sí mismas, aportaban no solo la sintaxis sino también el propio sentimiento que se debía comunicar, ante el cual uno debía someter los suyos propios. La comunicación era lenta, lacónica, estereotipada. No como ahora, que es una verdadera inundación de detalles sobre lo que cada uno piensa, dice, siente, o, peor aún, afirma que piensan dicen o sienten los demás.