
La carne de conejo es una buena opción para quienes desean consumir carne blanca baja en grasa y muy nutritiva, pues combina con varios alimentos y puede tomarse tanto en frío como en caliente. Es rica en proteínas de alto valor biológico, vitaminas (especialmente las del grupo B) y minerales (además de hierro, zinc y magnesio, es destacable su contenido en fósforo y potasio). Presenta una elevada proporción de ácidos grasos insaturados beneficiosos para el sistema circulatorio y es baja en grasas saturadas y colesterol. Posee también un bajo contenido en sodio, óptimo para personas con problemas renales o hipertensión arterial.
Su aporte calórico es reducido, pues 100 gramos proporcionan unas 135 calorías (a este nivel influye mucho el método de elaboración). Es importante que sea fresca y esté limpia. Al llegar a casa debe guardarse en la nevera y en el mismo envase en el que se ha transportado, no dejándolo más de dos días.
Son muchas las recetas que se pueden preparar; por ejemplo, conejo al horno. Pida que le limpien y troceen el conejo en la carnicería. Lávelo y colóquelo en la fuente tras poner aceite en el fondo previamente. Cúbralo con una salsa elaborada con aceite de oliva, ajo, sal, perejil y vino blanco. Déjelo reposar media hora y encienda el horno a 180 grados durante media hora. Dore las piezas por ambos lados. Sírvalas con patatas fritas, arroz blanco o puré. Combina muy bien con vegetales como pimientos rojos, berenjenas, calabacines o cebolla.