Crímenes de guerra en Ucrania: incluso en las guerras hay reglas
OPINIÓN

Las aterradoras imágenes de decenas de civiles asesinados en Bucha han conmocionado a la opinión pública mundial. Macron y Scholz han calificado la matanza como crímenes de guerra. Zelenski exigió hacer responsable a Rusia de los «peores crímenes de guerra desde la II Guerra Mundial». La retirada de las tropas rusas que asediaban Kiev ha permitido descubrir la masacre. Desgraciadamente, Bucha es la primera de una negra lista a la que añadir Borodyanka, Moshchum… y, con toda seguridad, Mariúpol. Fracasados casi todos los acuerdos para establecer pasillos humanitarios de evacuación, miles de civiles siguen atrapados en esta ciudad portuaria estratégica. Lo peor está por llegar.
Sin embargo, no es suficiente con denunciar los hechos (o negarlos por las autoridades militares rusas), es preciso probarlos ante un tribunal. Así, resulta imprescindible investigar, documentar y obtener las pruebas. Ambas partes deben hacerlo en el territorio bajo su control y permitir que organismos internacionales participen.
Los crímenes de guerra constituyen una violación grave de las normas del derecho internacional humanitario. Se basan en la distinción entre combatientes enemigos y objetivos militares, que pueden ser atacados legítimamente, y las personas que no participan, o han dejado de hacerlo, en las hostilidades, y los bienes no sujetos a interés militar, que deben ser protegidos. Además, imponen limitaciones a las partes sobre métodos y medios de guerra (munición de racimo).
Debido a su trascendencia, los crímenes de guerra gozan del principio de jurisdicción universal (convenios de Ginebra de 1949). Cualquier tribunal de un Estado (con competencia en su ley interna) puede juzgarlos, aunque no tengan vínculo jurídico alguno. Por supuesto, también los tribunales de Ucrania, si cuentan con las garantías procesales. Y cabe exigir responsabilidad no solo a los autores materiales sino a toda la cadena de mando, militar y civil.
Además, está la Corte Penal Internacional (CPI), pese a que no funciona como debiera, ya que no forman parte de ella Rusia, China, Israel o la India. Tampoco Estados Unidos, que se empecinó en poner palos en sus ruedas.
Ucrania ha acudido a la CPI. Aunque no es parte, sí aceptó su jurisdicción (vía artículo 12.3). El Fiscal inició, a comienzos de marzo, las investigaciones gracias a la petición de 41 Estados (entre ellos, España) por crímenes de guerra, de lesa humanidad y genocidio que pudieran haber cometido cualquiera de las partes en todo el territorio de Ucrania.
No obstante, el escollo principal estriba en la detención de los sospechosos para poder entregarlos y ser juzgados. Los militares de alta graduación y, en especial, los dirigentes políticos (Vladimir Putin) suelen enrocarse en corto tras sus regímenes autocráticos. La empresa parece una quimera, pero hay que intentarlo. ¿Alguien se acuerda de Omar al Bashir?