Miró la hora. Estaba en el Parlamento de Galicia. Su sucesor, Alfonso Rueda, había sido elegido presidente de la Xunta. Y él ya no era líder autonómico. El gesto de mirar el reloj (o un wasap, en estos tiempos casi es más habitual), retratado en la fotografía de Paco Rodríguez, es simbólico. Tras una larga transición, al final Feijoo tenía que marchar.
El jefe del PP tiene pendiente algo que dará mucho que hablar en Twitter y en las tertulias: protagonizar su primer gran encontronazo con su nuevo gran rival, el resistente Sánchez. Ya amagaron un primer choque de testuces el miércoles, a cuenta del escándalo Pegasus. Gamarra atacó al presidente, y este reaccionó invocando dos viejos demonios de los populares: la Gürtel y la Kitchen. Y los llamó «mangantes». Feijoo tocó a rebato y salió en tromba. «Es una caricatura de presidente», dijo. Se alborotaron las redes.
¿Volverán los tiempos broncos de Casado y Teodoro? No parece probable por la parte genovesa, pero la debilidad creciente del Gobierno, y el hecho de que ahora sí hay alternativa, tal vez provoquen que el PSOE deje su estrategia de bajo ruido y portavoces planos. Salvo sorpresas, la legislatura durará hasta el final. Y crecerá aún más la crispación. ¿Será soportable? ¿Quién saldrá ganando en la refriega? ¿El bipartidismo o ese tercero en discordia al que le gustan tanto el barro y la bronca?