¿Tiene usted un coche con motor de gasolina o diésel? Puede estar tranquilo

Javier Armesto Andrés
Javier Armesto EL QUID

OPINIÓN

JOSE PARDO

14 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La decisión de la Comisión de Medio Ambiente del Parlamento Europeo de prohibir a partir de 2035 la venta de coches nuevos con motor de combustión —y esto incluye los de gasolina y diésel, pero también todos los híbridos, porque, conviene recordarlo, tienen un motor de explosión— es el enésimo bandazo de las autoridades europeas sobre este asunto. En el último lustro hemos escuchado fechas dispares (2050, 2040, ahora 2035) como límite para el fin de las emisiones y hasta a una ministra sentenciar que «el diésel tiene los días contados». Lo dijo Teresa Ribera el 11 de julio del 2018, así que hasta el 1 de enero del 2035 son más de 6.000 días: quizá no hacía falta ser tan alarmista. 

A falta de la ratificación de la medida por la Eurocámara, lo cierto es que el sector de la automoción va muy por delante de los políticos, pues desde hace ya tiempo los principales fabricantes han anunciado su intención de dejar de producir coches con motores de combustión en esta década y, a partir del 2030, vender solamente modelos cien por cien eléctricos.

¿Qué pasará con los automóviles con motor de gasolina o gasoil cuando entre en vigor la norma europea? Pues sus propietarios pueden estar tranquilos, porque podrán seguir circulando por las carreteras, igual que también pueden hacerlo ahora coches sin catalizador en el sistema de escape, sin ABS e incluso sin cinturón de seguridad de tres puntos, elemento que no se introdujo hasta el año 1959 gracias a la marca sueca Volvo y que en España no fue obligatorio hasta 1992.

El texto aprobado deja numerosos interrogantes. Igual que no se puede limitar el derecho de los ciudadanos a usar los bienes —en este caso automóviles— libremente adquiridos, tampoco sería legal impedir la transmisión de los mismos entre particulares, a través de la compraventa y el mercado de segunda mano. Un mercado que ya actualmente quintuplica las ventas del de coches nuevos, ante el incremento de precio de estos (y especialmente de los eléctricos), la inestabilidad económica y la incertidumbre de los compradores sobre qué tipo de propulsión es la más indicada: gasolina, diésel, mild hybrid, híbrido normal, híbrido enchufable (PHEV), vehículo eléctrico de autonomía extendida (REEV, también tienen motor de combustión), cien por cien eléctrico, gas licuado de petróleo (GLP), gas natural comprimido (GNC), hidrógeno... Así que, después del 2035, los ciudadanos que lo deseen podrán seguir adquiriendo y utilizando coches de ocasión con motores de combustión.

Otra laguna tiene que ver con los vehículos pesados, en los que la movilidad eléctrica basada en baterías de litio no es viable de momento. Las celdas de 100 kWh de un Tesla Model S (700 kilómetros de autonomía) pesan 625 kilos, imaginen la masa que sumaría a un camión de gran tonelaje la batería necesaria para moverlo y la velocidad a la que disminuiría su autonomía. Por este motivo, estos vehículos no entran dentro de la prohibición prevista por Europa. Los transportistas también pueden estar tranquilos.

Pero, sobre todo, los dueños de coches con motor de combustión pueden tener la tranquilidad moral de saber que, pese a la estigmatización por parte de ecologistas y autoridades ambientales, la realidad es que fabricar la batería de un coche eléctrico es tan contaminante que no compensa las emisiones del mismo modelo con motor diésel hasta que ha recorrido 77.000 kilómetros.