¿Es mala la desigualdad económica en una sociedad?

manel antelo PROFESOR TITULAR DE FUNDAMENTOS DEL ANÁLISIS ECONÓMICO EN LA USC

OPINIÓN

Santi M. Amil

30 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Una sociedad de, por ejemplo, un millón de habitantes en la que todos tuviesen la misma riqueza (digamos, 1.000 euros) sería el ideal de los defensores de la equidad. Ahora bien, ¿qué pasaría si en esa sociedad apareciese un dictador que obligase a los ciudadanos a darle 100 euros cada uno? Esa persona acumularía 100 millones, las demás se quedarían con 900 euros cada una y surgiría una desigualdad que antes no había. Una desigualdad fruto de una extorsión y que, por lo tanto, nadie dudaría en combatir con políticas redistributivas. 

Pero, ¿qué pasaría si, en lugar de un extorsionador, lo que apareciese en la sociedad fuese alguien con un gadget que cuesta 100 euros y que la gente anhela tener? Esta persona conseguiría también 100 millones y las demás tendrían 900 cada una, con lo cual, la concentración de riqueza sería la misma que antes. Ahora bien, ¿diríamos que es igual de nefasta y que, por lo tanto, debemos combatirla con idéntica política redistributiva haciendo que, por ejemplo, esa persona devuelva lo que ha obtenido con la venta del gadget o, lo que es lo mismo, que no pueda cobrar por él? La posición de los economistas respecto a la intensidad que deben tener las políticas redistributivas para luchar contra la desigualdad no es unánime. Si la redistribución es muy estricta y, por ejemplo, hacemos que el inventor devuelva lo que ha recaudado por el gadget para repartirlo, no se premiará a quienes tienen iniciativa, con lo cual, la gente tampoco podrá disfrutar del gadget. Redistribuir demasiado puede generar, pues, problemas de incentivos. Por el contrario, si las acciones redistributivas son laxas, no se eliminan los incentivos, pero tampoco la desigualdad. La pregunta se puede plantear, pues, en los siguientes términos: ¿a qué cabe atribuir la creciente desigualdad que se observa en sociedades como las de los países europeos, EE.UU. o Canadá? ¿A la dinámica del primer escenario o del segundo? Algunos economistas como Joseph Stiglitz mantienen que este aumento en la desigualdad es fruto de las distorsiones existentes en el sistema políticofinanciero y, por lo tanto, las medidas redistributivas son imprescindibles. Sin embargo, otros economistas como Claudia Golding o Larry Katz sostienen que se debe a que en estas sociedades hay gente con muchas y brillantes ideas en determinados sectores y las innovaciones que generan les permiten obtener una cantidad de ingresos tal que acentúan la desigualdad. Si esto es cierto, las políticas redistributivas pueden acarrear consecuencias no deseadas. En definitiva, no está claro de dónde vienen las desigualdades. Lo que sí parece claro es que no todas las desigualdades son iguales y que no todas son necesariamente malas. Como resultado, la lucha contra la desigualdad debería identificar, como paso previo, la fuente principal de la misma, lo cual no deja de ser una tarea compleja.