El soneto y el artículo

Miguel-Anxo Murado
Miguel-Anxo Murado VUELTA DE HOJA

OPINIÓN

03 jul 2022 . Actualizado a las 14:07 h.

Al gran Julio Camba le llamaban en su tiempo «el sonetista del artículo», pero yo creo que ese mote era una redundancia porque, en el fondo, el artículo literario puede considerarse una variante en prosa del soneto. Para demostrar esta teoría mía, pensé alguna vez en escribir de forma experimental un artículo a imitación de aquel soneto famoso de Lope de Vega que venía en nuestros libros de literatura de hace años. «Un soneto me manda hacer Violante / que en mi vida me he visto en tanto aprieto…» arranca en él Lope, en un ejemplo de lo que hoy llamaríamos metaliteratura; y, a partir de ahí, el poeta va completando el poema que en realidad no es sino la descripción de la estructura canónica del soneto mismo, consistente, como es sabido, en dos cuartetos y dos tercetos que suman un total de catorce versos. «Catorce versos dicen que es soneto, / burla burlando van los tres delante» sigue Lope, con lo que ya tiene el primer cuarteto, igual que yo tengo también este primer párrafo que sería su equivalente en el género del artículo.

Al enfilar el segundo cuarteto, Lope finge inquietarse porque no está seguro de si será capaz de encontrar una rima consonante («Yo pensé que no hallara consonante, / y estoy a la mitad de otro cuartero»). Pero la ironía está en que expresar esa preocupación es lo que le permite al poeta completar los cuatro versos que necesita, y que la palabra «consonante» resulta ser justo la rima consonante que busca. De igual modo me preguntaba yo si encontraría algo que decir para llenar este segundo párrafo, que suele ser especialmente temible en un artículo porque es donde uno tiene que apuntalar el «gancho» que, en general, se coloca en el primer párrafo. Pero, parecido a como le pasaba a Lope, que viéndose ya cerca del primer terceto no había «cosa en los cuartetos» que le espantase, también yo me veo ya al final de este segundo párrafo sin mayores complicaciones por el momento.

«Por el primer terceto voy entrando» prosigue ya muy animado Lope, «y parece que entré con pie derecho…» añade permitiéndose una broma, porque «pie» es como llamaban los poetas a los versos. Presiento que también a mí me va a resultar sencillo completar este tercer párrafo, el que, en la jerga del columnismo anglosajón, se denomina nut graph, el «párrafo nuez» (o más propiamente «meollo»), porque es ahí donde suele colocarse la parte más interesante, más sólida o más contundente de la argumentación o de la historia que se quiere contar. De hecho, a veces es lo primero que se escribe, y luego se le añade el principio y el final; y como en este caso lo que quiero explicar es precisamente lo que acabo de escribir, «pues fin con este verso le voy dando», como dice en este punto Lope en su poema.

Y llegamos por fin al último párrafo, que acostumbra a escribirse solo gracias a la inercia de todo lo que viene antes, y que hace que ese cuarto párrafo parezca inexorable, lo que no es muy diferente de lo que sucede con el último terceto de un soneto. «Ya estoy en el segundo», concluye Lope «y aun sospecho / que voy los trece versos acabando», porque, aunque le falta un verso más, la terminación «sospecho» ya le dicta el que necesita: «Contad si son catorce, y está hecho». Y yo también, con la ayuda del clásico, he llegado al final de mi pequeño experimento y puedo decir: «contad si son cuatro párrafos, dos de cuatro frases y otros dos de tres, y está hecho».