Nosotras debemos tener especial cuidado con las pérdidas de orina. Estos pequeños (o grandes) escapes involuntarios afectan a 1 de cada 3 mujeres a lo largo de su vida (1 de cada 4 en mujeres jóvenes y 1 de cada 2 en mayores de 65).
Es una absoluta barbaridad que hayamos normalizado el sufrimiento de estas pérdidas de orina que tienen su origen en el embarazo, tras los partos o a causa de la edad. Porque no es normal que se escape el pis en ninguna situación o momento, aunque sea una gotita, aunque estornudemos, saltemos o al reírnos descontroladamente.
Otro de los problemas a los que nos enfrentamos como mujeres y que hemos normalizado también es el dolor. Ya sea sentir dolor en las relaciones (dispareunia), al sentarnos, por una cicatriz de episiotomía, el dolor de regla o por el simple roce de la ropa interior o papel higiénico. Como imaginará estos que menciono son dolores muy diferentes y con distintas causas y orígenes pero las mujeres hemos normalizado sentir dolor en algún momento del mes o ciclo de vida y pensamos que no existe nada para solucionarlo o mejorarlo que no sea tratamiento farmacológico.
Tenemos que tener especial atención también con el estreñimiento. Esta dolencia afecta al 15-20 % de mujeres, llegando al 40 % durante el embarazo y tras el parto. Igual usted se preguntará qué tiene que ver lo detallado con el suelo pélvico. La respuesta es: mucho. Cada vez que sufrimos estreñimiento e intentamos ir al baño empujamos para intentar defecar. En cada esfuerzo ejercemos una presión muy, muy grande que empuja nuestros órganos pélvicos hacia abajo y hacia fuera y abomba nuestro suelo pélvico. Si esto ocurre solo en una ocasión posiblemente no pase nada pero si la situación se mantiene en el tiempo, cosa que suele ocurrir en las mujeres que sufren estreñimiento, provocará problemas de suelo pélvico como prolapsos (descenso de los órganos) o incontinencia urinaria, entre otros.
Nuestro abdomen tiene mucho que ver en los problemas o disfunciones del suelo pélvico. Hablemos de la diástasis abdominal (la separación que se produce de nuestros rectos abdominales de forma fisiológica durante el embarazo que a menudo no vuelve a su ser y a veces sucede sin haber estado embarazada anteriormente). El 80 % de las mujeres la padecen tras el parto y un alto porcentaje de esas diástasis pueden recuperarse sin cirugía, con fisioterapia. Solo incidir en que el 50 % de las mujeres con diástasis postparto sufre prolapso de órganos pélvicos (descenso de la vejiga, uretra, útero o recto).
Un abdomen tonificado protegerá nuestra espalda, órganos internos, suelo pélvico y mejorará nuestra postura. La musculatura abdominal y la del suelo pélvico son sinérgicas y no podemos trabajar una sin trabajar la otra. Por todo ello, todos estos problemas frecuentemente tienen que tratarse desde una perspectiva global que tenga en cuenta los diferentes factores.