El circulo virtuoso de precios, salarios, beneficios y deuda
OPINIÓN
Los escenarios económicos esperados para finales de año vendrán definidos por tres factores: el desarrollo de la guerra en Ucrania y sus repercusiones devastadoras; las escaladas de inflación y las rupturas de las cadenas de suministros; y los efectos de las medidas de los bancos centrales. Respecto a estas últimas, los objetivos se han centrado en subir los tipos de interés a fin de controlar el alza del coste de la vida y con ello las expectativas negativas que ello supone: pérdida de capacidad de compra y aumento de desigualdades.
Tanto la Reserva Federal americana (FED) como el Banco Central Europeo (BCE) han subido las tasas de interés en los últimos meses, pero a ritmos diferentes. La FED ha sido más previsora y estuvo más atenta a la evolución de la coyuntura económica; en tanto que el BCE se caracteriza por reacciones más lentas y pasivas; actuando en función de otros parámetros distintos a la coyuntura económica. Estas decisiones de mover al alza los tipos de interés buscan sacrificar el crecimiento a corto plazo a cambio de poder conferir sostenibilidad a medio plazo. O sea, tratan de evitar tanto una espiral de precios, salarios y beneficios (muy negativa para las economías) como recuperar la credibilidad de los bancos centrales (disminuida desde la recesión del 2008), a fin de generar estabilidad y confianza.
El debate se centra en verificar si la subida de los tipos de interés es suficiente para alinear correctamente la economía en una senda de normalización. A mi juicio existen más factores a la hora de enunciar correctamente una política económica acorde a la actual coyuntura. Tenemos que reconocer que no todos los actores económicos se comportan de manera racional ni de forma coherente (pues anotamos comportamientos denominados animal spirits), por lo que debemos tener en cuenta otras variables que las estrictamente económicas.
Los grandes inversores y bancos comerciales juegan más a las curvas de rendimientos que a las tendencias de los tipos de interés. En cambio, los ciudadanos medios están más preocupados por la pérdida de su capacidad adquisitiva (-4,1 % en el último trimestre), derivada de una creciente inflación y un estancamiento de sus salarios nominales. De ahí que no se repare bien en los cuantiosos beneficios obtenidos en este último semestre por las grandes empresas (más del 36 %).
En este sentido, es hora de llamar la atención de las actuaciones tanto de los bancos centrales como de los organismos de supervisión. Los primeros, cuando manejan los tipos de interés, afrontan un shock de demanda y deben tener cuidado en no frenar el crecimiento y el empleo, por un lado; y, dar vía libre a los déficits públicos, por el otro, dada la dificultad posterior de nuevos ajustes financieros y presupuestarios. Los segundos, los organismos de supervisión y vigilancia, reaccionan muy tarde, de manera parcial y sus actuaciones permiten ver las presiones de los lobis.
Si la inflación tiene su origen en la oferta (alza del precio de las energías y materias primas), la subida de los tipos de interés va a lastrar a la demanda, con lo que es preciso que dichos aumentos vayan acompañados de otras medidas. De esta forma, hay que actuar reduciendo tanto los desequilibrios fiscales como la limitación de los márgenes de las empresas, fomentar el pacto de rentas, supervisar los aumentos de precios en los mercados regulados y aplicar análisis coste/beneficio en materia de inversiones públicas.
Se trata de evitar que el circulo virtuoso de precios>salarios>beneficios>deuda se apodere de la práctica económica; que predomine el pesimismo y que se apueste por una recesión.