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Las grandes ideas —a pesar de que surgen para iluminar— no es raro que generen prejuicios. Es más fácil dejarse arrastrar por opiniones generales que se difunden rápido y aceptar lo que entiende la mayoría que el esfuerzo que requiere conocer algo en profundidad. Karl Marx (siglo XIX) fue un gran pensador, por tanto dio origen a variadas interpretaciones y su obra no solo se refiere a la filosofía, sino también a la economía, sociología, historia, etcétera.
Si hay un movimiento cultural e ideológico del que la humanidad puede sentirse orgullosa es el conocido con el nombre de Ilustración. Surge a finales del siglo XVII en Inglaterra y se desarrolla en el XVIII en Europa —conocido como el Siglo de las Luces—; influye en la Revolución francesa como una invitación a servirnos de la racionalidad y rechazar el sometimiento de unos seres humanos a otros.
¿Cómo puede ser que el Cristianismo, nos preguntamos, haya tenido relación con la Inquisición si son polos opuestos? ¿Y cómo es posible que el pensamiento de Marx tenga algo que ver con regímenes políticos de países que declaran tomar como base esa ideología, si lo que resulta en ocasiones es su misma negación?
El marxismo es un humanismo; desarrolla ideas ilustradas. Sacó a la luz la situación en la que vivían los obreros durante la revolución industrial; trabajadores que dejaban su vida, su esencia humana, expresada en el trabajo y que les era sustraída por los capitalistas, que aumentaban su riqueza al arrebatársela a los verdaderos propietarios que eran los productores. Nos revela las injusticias causadas por un modo de entender las relaciones de producción ocultas bajo ideologías alienantes.
¿Qué pensar de los marxistas navegando en yates de lujo por Marbella?, ¿les suena el nombre de Karl Marx? No solo se ha tomado a lo largo de la historia el nombre de Dios en vano, también ha sucedido lo mismo con el pensamiento de Marx, que ha sido incomprendido por ignorantes entregados a sus propios desvaríos.
Conservemos la Filosofía en los planes de estudio. Es necesario desarrollar el pensamiento crítico; que los estudiantes lean los textos y después decidan y razonen lo que les parezca más convincente. Es el único modo de no pervertir las ideas de los genios del pensamiento que surgieron con el fin de enriquecer la razón y la existencia humana, y no la mezquindad de miserables cuyo único afán es ahogarse entre su avaricia y ansias de poder.