
Feijoo aprovechó el pistoletazo de salida en la carballeira de San Xusto para retar a Sánchez a debatir en el Senado. Buscaba el intercambio de golpes, antes incluso de que comenzara el combate, como los aspirantes que quieren terminar pronto la pelea, o simplemente advertir al adversario, a su partido y a todo el país de que es su momento y está dispuesto a afrontarlo desde el primer minuto.
Pero los intercambios de golpes tienen siempre una contraparte, el intercambio, y hete aquí que, tras la sorpresa inicial, va Sánchez y acepta, justo en un momento en que Europa empieza a ver con otros ojos la propuesta de política energética española, y a pensar que los europeos no pueden pagar la electricidad un 40 % más cara que los excepcionados iberos.
Feijoo se fue a San Xusto a oír los vítores de sus incondicionales mientras mostraba la singularidad catastrófica de nuestro país, una lectura estratégica binaria que debe marcar el relato del nuevo curso. Y precisamente por eso, el hecho de que Europa empiece a volver los ojos a algunas propuestas españolas supone un serio revés para las pretensiones de Feijoo de cara a ese intercambio de golpes a nivel nacional.
Las cartas están boca arriba, a Feijoo no le sirve con que los españoles sientan los efectos de esta nueva crisis; necesita, además, imputar a Sánchez y a su gobierno la responsabilidad de esos efectos, y mostrarse a sí mismo como la solución alternativa, en su caso, «un líder experimentado». Por eso necesita buscar tan rápido el intercambio de golpes, porque el camino requiere varios pasos estratégicos.
Es eso lo que le lleva a enunciar autorreferenciales expresiones, como que Sánchez «está preocupado por el efecto Feijoo» o que para el Gobierno «el culpable es Feijoo», pronunciadas por él mismo, que dan cuenta de la necesidad de sacar la cabeza, de decir «aquí estoy». Y es que la única forma de no tener que referenciarse, autonombrarse, es disponer de un coro que te referencie, pero lo cierto es que en el PP de hoy hay unidad, pero no son un coro, porque hay demasiados solistas.
Feijoo exhibe experiencia, pero Sánchez empieza a ganar autoridad en Europa, ya ha dejado de ser el peque al que nadie hacía caso, y las soluciones que hace unos meses parecían un disparate empiezan a cobrar forma porque se han agotado las medidas tradicionales.
Cuando se llega a este punto de la necesidad de nuevas soluciones, de tirar por tierra el viejo modelo energético dependiente del valor del gas, las soluciones innovadoras ganan peso respecto a las conservadoras y ahí emerge el valor de Sánchez. Por eso está dispuesto a intercambiar golpes con el aspirante; porque ya no basta con el España va mal, hay que proponer nuevas políticas. Tang… primer asalto.