«Espabilaos»

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

César Arxina | EUROPAPRESS

21 sep 2022 . Actualizado a las 17:26 h.

Al pícaro muchos le atribuyen una vocación antisistema que explica por qué disculpamos a los espabilaos con tanta alegría. Se valora también de los carotas que sean una tradición española, con las bases argumentales bien chantadas en el padre Miguel de Cervantes y un largo camino de sube y baja que en su versión más lamentable acaba pariendo personajes como el Carrasco de Venga Juan, la magistral serie creada por Diego San José.

El último pelotón de cucos se pusieron hace unos días frente al ordenador a reservar billetes de tren como si no hubiera un mañana. Viajes de ida y vuelta por el corredor atlántico para los que necesitarían varias vidas. Algo debe de haber en nuestro ADN social que nos impele a responder así ante lo gratis. Las penurias de la posguerra, o yo qué sé. Ese motorcito que catapulta a las masas hacia un marchito pincho de tortilla por el que algunos son capaces de pelear con una violencia letal y un apetito incoherente con las lorzas que los cubren.

Esta vez, los frescos pusieron sus manazas en el ferrocarril. La jugadita la acabaron pagando todos los viajeros de verdad, que no pudieron utilizar trenes que figuraban como llenos aunque no lo estaban. Es fácil imaginar a uno de esos jetas dándole a la tecla y pensando, el que venga detrás que se jeringue. Son la prueba de que ese adanismo con el que a veces definimos a la sociedad, como si estuviese solo formada por seres puros a quienes el sistema espachurra, es una pamplina. Con estos carotas del tren convivimos a diario, en el trabajo y en el supermercado, en la cola del baño y en las reuniones de antiguas alumnas. Y lo cierto es que, con toda su tradición y espíritu antisistema a cuestas, no hacen ni puñetera gracia.