Sanidad: escasos y hastiados

OPINIÓN

CAPOTILLO

20 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace dos meses insistía en el anquilosado problema sanitario. Un problema que gira alrededor de la escasez o carencia en su caso de profesionales sanitarios. Carencias que no afectan en exclusiva a la sanidad, sino que abarcan un universo amplio de profesiones y empleos, desde carpinteros a ingenieros. Con la evidencia añadida de un malestar de «trabajador quemado» que en el sector sanitario y médico puede ser superior a ese 65 % estimado entre los trabajadores. Porque al esfuerzo y al trabajo —intenso incluso emocionalmente— se añade una intolerable precariedad laboral y baja retribución. Precariedad que en España alcanza a la tercera parte de los profesionales.

No hay evidencias de que falten médicos, aunque sí médicos especialistas. En los años de plomo de la gran crisis —desde el 2008 al 2014—, los recortes de las plazas mir en relación al número de graduados en Medicina pasaron de un diferencial negativo de mil plazas anuales a más de dos mil, según Ecosalud, lo que generó una bolsa de médicos sin especialidad de la que todavía hoy no nos hemos recuperado. A pesar de que en los últimos años ese balance entre graduados y plazas mir haya sido nulo o también negativo, con repuntes en los años de la pandemia. Lo que no significa que al ritmo previsto de las jubilaciones llegue a haber escasez de médicos. Sobre todo, si seguimos empeñados en un modelo organizativo y laboral que expulsa profesionales del sistema o asigna disfunciones a las propias profesiones sanitarias. Como que en primaria trabajen más médicas que enfermeras o que, a pesar del déficit, unos 15.000 enfermeros trabajen en el extranjero y quizás varios miles de médicos especialistas se hayan ido a trabajar fuera de España en estos últimos diez años. Todo ello en un confuso marasmo de datos que ni los esfuerzos del Consejo General de Colegios Médicos, ni el de algunos sindicatos son capaces de clarificar. Tampoco, obviamente el Ministerio de Sanidad y los gobiernos de las 17 comunidades autónomas con la sanidad transferida. Y sin datos, no hay paraíso. Apenas mala e ineficaz política.

Sin embargo, lo que parecía un tema menor en la gestión pública se ha convertido en problema central de nuestro estado del bienestar, y por más que los gobiernos —o universidades— se enreden asignando responsabilidades a los «otros», se torna evidente la necesidad de un profundo cambio de actitud y perspectiva ante la trajinada asistencia sanitaria.

Por ello gusto de acudir a reflexiones y análisis a mi alcance, entre ellos los del doctor Manel del Castillo, un gallego en Cataluña, director gerente del Hospital Sant Joan de Deu. En su opinión, que otros comparten, una gran parte del problema sanitario es organizativo —funcional, territorial y de recursos humanos—, con resistencias de todo tipo para cambiarlo y sin el consenso político imprescindible, que no existe en nuestro país. En ese Portugal, «en descuberta», parece que lo intentan. Incluso dimite la ministra y reforman la organización.