Derechos humanos en horas bajas

José Ramón Amor Pan
José Ramón Amor Pan RINCÓN ABIERTO

OPINIÓN

Alberto Estévez | EFE

03 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Creo en el paradigma ético de los derechos humanos y en el concepto de dignidad humana que lo sustenta, como la única manera de hacer justicia a todo ser humano y garantizar una convivencia pacífica en una civilización decente y con futuro en el largo plazo. Reconozco que nunca fue fácil encarnar y hacer operativa esta fe; lo cómodo y natural sería, más bien, adoptar esa visión que nos dice que el hombre es un lobo para el hombre y, por consiguiente, ir cada uno a su bola y descartar a los más frágiles y débiles. Confieso que hoy no es nada difícil caer en esa tentación, porque los mensajes que lanzan nuestros líderes empujan, justamente, en esa dirección: vean, por ejemplo, el tremendo cinismo del ministro de Exteriores del Reino Unido, que pide a las personas homosexuales que vayan al mundial de fútbol de Catar que se atengan a las leyes del país.

Con todo, considero que lo que debilita hasta el extremo la confianza en dicho paradigma es el exceso y desvarío en el que incurren algunos colectivos bajo la bandera de los derechos humanos y su acogida en la universidad. Me refiero, claro está, a quienes confunden deseos y gustos con derechos; a quienes humanizan el respeto debido a los animales, otorgándoles unos derechos que, por otra parte, niegan a los seres humanos con demencia senil avanzada; a quienes sostienen dogmáticamente el constructivismo social y niegan el pan y la sal al que no piense como ellos.