La política de covid cero muestra las costuras del régimen chino
OPINIÓN
El 24 de noviembre, un incendio en un edificio en Ürümqi, en el noroeste de China, causó la muerte de diez personas. Se especuló inicialmente con que la estricta aplicación de la política de covid cero del Gobierno chino impidió que los residentes abandonasen el edificio o que previno la actuación de los bomberos. Esta supuesta responsabilidad en la tragedia se convirtió en el detonante de unas protestas ciudadanas que han sorprendido por su tamaño e intensidad.
Solo un mes antes, Xi Jinping había obtenido un tercer mandato histórico en el XX Congreso Nacional del Partido Comunista Chino. El consenso general entre los analistas y por la propia imagen que el partido presentó era de una China fuerte y sin fisuras. A nivel doméstico, la economía crecía y se reducía la pobreza. A nivel internacional, el país proyectaba su músculo político, económico y militar. La imagen del expresidente Hu Jintao siendo escoltado fuera del congreso, a su vez, consolidaba la imagen de Xi como líder indiscutible de esta nueva China.
Las recientes protestas, sin embargo, han mostrado que esa imagen no era tan nítida como parecía. Detrás de la fachada de invencibilidad que el régimen proyecta, hay problemas y desafíos que minan su credibilidad y que lo debilitan.
La política de covid cero es un claro ejemplo de ello. Si inicialmente esta estrategia fue exitosa e incluso admirada, tres años después el país parece encontrarse en un bucle de confinamientos y desconfinamientos. Las deficiencias de la vacuna doméstica, las carencias del sistema sanitario, con solo 3,6 camas en uci por cada 100.000 habitantes, y los bajos índices de vacunación hacen difícil la relajación de las medidas sin que aumente sustancialmente la transmisión del virus. Pero, al mismo tiempo, la continuación de la estrategia está teniendo un impacto nada desdeñable en la economía, la opinión pública y la imagen del país.
En su informe ante el Congreso Nacional del Partido, Xi hizo una apuesta personal por el mantenimiento de la estrategia de covid cero. Tras las protestas, el Gobierno central está culpando a las autoridades locales de las medidas más impopulares, evitando así cualquier responsabilidad. Al mismo tiempo, están apuntando a la relajación de la política como gesto hacia la opinión pública. También se espera una fuerte represión contra aquellos que fueron más allá y cuestionaron la autoridad de Xi y del partido.
En suma, esta crisis pone de manifiesto que China tiene debilidades. Para Xi, el riesgo es que, tras concentrar todo el poder en sus manos, ya no tiene en quién escudarse si esas debilidades se acrecientan en el futuro.