¿Por qué Belarra provoca al presidente de Mercadona?

Santiago Martínez CONSULTOR POLÍTICO Y EXPERTO EN CAMPAÑAS ELECTORALES

OPINIÓN

Juan Barbosa | EUROPAPRESS

27 ene 2023 . Actualizado a las 10:24 h.

La polémica generada a colación de la declaración de la ministra Belarra, acusando al empresario Juan Roig de «capitalista despiadado», nos presenta alguna arista para analizar la situación política en el seno del Gobierno, ya que este tipo de afirmaciones, si bien a veces surgen en caliente y sin pensar, claramente obedecen en este caso a una lógica discursiva crucial en Podemos para mantener la esencia anticapitalista que constituye una de sus raíces como organización.

No es la primera declaración en tal sentido de la ministra, ni tampoco la única dentro de Podemos en hacerlo, ni Juan Roig ha sido el único destinatario de tales acusaciones, tal y como ocurrió con Amancio Ortega y sus donaciones a la sanidad pública. Pero, en este caso, el tono se ha elevado fruto de la necesidad de la formación morada de recuperar un discurso más beligerante que movilice a su electorado de cara a las próximas municipales, puesto que parece que las encuestas anuncian malos resultados en clave municipal y autonómica y, de confirmarse ese escenario, el 28 de mayo podría suponer otra puntilla más en su pérdida de relevancia política a nivel estatal.

Estamos demasiado centrados en leer tales comicios como un examen al Gobierno de Pedro Sánchez, pero también son un examen para el supuesto tirón electoral de Feijoo, y con estas declaraciones de Belarra debemos observar que son un examen a su gestión en un cogobierno, en el que el PSOE ha sabido posicionar mejor su mensaje progresista a través de medidas como la subida del SMI, el impuesto a la banca, la limitación del precio del gas o, ahora, la defensa del aborto gracias a Vox.

Todo esto ha dejado a Podemos descolocado y con sus filas decepcionadas por considerar que no han hecho suficiente por condicionar más la acción del Gobierno, más allá de criticar el apoyo armamentístico a Ucrania o de proponer topar los precios de los alimentos básicos en plena escalada inflacionista, sin que se hiciera más fuerza dentro del Gobierno para que se aplicara dicha medida. A la hora de la verdad, la percepción generalizada es que Podemos ha sido un compañero de viaje muy tranquilo para el PSOE, así que ahora no queda más remedio que elevar el tono. Y prueba de ello es que en la respuesta de la ministra al empresario ha afirmado que «desde que terminó el bipartidismo ya no hay nadie innombrable, tampoco el señor Juan Roig».

Esa apelación al bipartidismo y la afirmación de que este ya no existe, algo que la tendencia electoral de los últimos años niega, delata claramente que el quid de la cuestión es ese. Podemos ya no es un partido que a día de hoy suponga una amenaza real al bipartidismo como lo era hace seis años junto con Ciudadanos, y el miedo de la ministra y sus compañeros de barco es que este, poco a poco, parece inundarse al igual que les ocurrió a los naranjas. Solo les queda hacer declaraciones que busquen el titular fácil para movilizar a su infantería de cara a una batalla a la que acuden sin demasiada artillería.