Aguafiestas

Mariluz Ferreiro A MI BOLA

OPINIÓN

PACO RODRÍGUEZ

19 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay familias en las que los cumpleaños son sagrados. Otras no perdonan los santos. Y luego están esos pequeños concellos de Galicia con sus fiestas parroquiales, en las que el pecado no es ir a misa, el pecado es no ir a la mesa. Hay lugares en los que, si es necesario, se amplía el santoral con aportaciones nuevas. Se inventa el San Gasalla o se incorpora Acción de gracias. O eso pasaba antes del covid. Pero las fechas señaladas y las celebraciones cada vez entrañan mayor peligro. Y no es solo porque la pandemia fue arrancando las excusas para un café, una copa, un regalo. Poco a poco, el calendario se ha convertido en un campo de minas para los ofendidos. Ahora resulta que festejar el día del padre es una acción que discrimina a aquellas familias en las que no existe esta figura. Pasa que surgen críticos que ven la Navidad demasiado cristiana. Ocurre que en San Valentín se sugiere que es más apropiado referirse a los amigos especiales para no herir a los que no tienen pareja. Y sucede que hay personas que no saben explicarle a sus hijas por qué hay un día de la mujer y, en vez de caer en su propia miopía, consideran que es el mundo el que está ciego. Efemérides y fiestas que pican a la derecha y a la izquierda. El caso es lograr una buena irritación. Es que solo falta que se indigne la gente sana por el día mundial de esta u otra enfermedad. Quizás lo coherente sería que los airados se desmarcasen del resto del universo ese día concreto que tanto desata su ira y renunciaran a ese festivo o cubrieran los turnos de compañeros menos incómodos si se trata de un laborable. Por cierto, el 25 de mayo es el Día del orgullo friki. Visto lo visto, somos mayoría.