En la muerte del doctor Manuel Sánchez Salorio

Javier del Rey Morató EXPROFESOR DE LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE

OPINIÓN

María Pedreda

21 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

En la muerte del tío Manolo, he creído oportuno exhumar este recuerdo del año 2018. Me entero de que Manolo había publicado un libro: La lección del sábado. Moncho Conde Corbal, su editor, me lo envía a Madrid. Decía Schopenhauer que leer es pensar con la mente de otro. Y lo que hice en aquellos días fue pensar con la mente de Manolo. Recuerdo aquellos textos, desde Sorpresa en Nueva York hasta Alfonso Castro Beiras en la memoria y en el corazón, en el que confesaba su dolor por el amigo que decidió apagar una luz, que sería la última.

 Los episodios que componen el largo listado de textos, armónicamente avecindados en la comarca mágica de la memoria, permiten asomarnos al personaje que los escribe. Vargas Llosa escribe: «La ficción es un sucedáneo transitorio de la vida», y acuña este enunciado: la ficción es «la comprobación de que somos menos de lo que soñamos». Y suponemos que a Manolo la vida le parecía insuficiente. Por eso escribía: «Para hablar con los demás». Componía sus textos «para hacer nuevos amigos». Con ello ampliaba los horizontes de su vida, al tiempo que ensanchaba el horizonte de las nuestras.

Decía que el hogar del hombre es la memoria, y añadía que «recordar es hacer pasar las cosas otra vez por el corazón. Lazos que no se quieren romper, afectos que no se quieren perder, vivencias que no se quieren olvidar».

Como explicaba Ramón Villares —prologuista del libro—, «se trata dun diálogo coa tradición intelectual representada por autores clásicos, desde os grecolatinos ata os propios da alta cultura europea (de Maquiavelo, Voltaire ou Goethe, ata Jaspers, Popper ou Steiner), sen que estean ausentes grandes nomes españois, con Ortega e Unamuno de cabezaleiros, e galegos, de Rosalía e Cunqueiro ata Pondal».

Se nos fue el tío Manolo, el médico eminente, el humanista, el académico, el conversador ocurrente, erudito y divertido. Sirvan estas líneas de homenaje que la familia le tributa. A Helena, compañera de su vida, a la que tanto quiso, un fuerte y sentido abrazo. Tío Manolo, que la tierra te sea liviana.