El triunfo de los buenos

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

Jorge Gil | EUROPAPRESS

17 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El escritor, filósofo y político irlandés Edmund Burke (1729-1797) nos dejó un mensaje claro y aún muy vigente: «Para que triunfe el mal, solo es necesario que los buenos no hagan nada». Algo que la realidad nos muestra cada día en casi todas partes, sin que sea fácil determinar cómo llegan esos «buenos» a no hacer nada que mejore la situación. Lo cual convierte la política en algo casi tan peligroso como la propia guerra, en la que, como bien ironizó el gran Winston Churchill, «solo se muere una vez».

En estas estamos claramente en nuestra España, con demasiados «buenos» no haciendo lo más provechoso para todos, en tanto prosperan los ventajistas y los que buscan y anteponen su propio provecho. Porque, como bien nos advirtió el gran historiador inglés Arnold J. Toynbee, «el mayor castigo para quienes no se interesen por la política es que serán gobernados por personas que sí se interesan».

Todo esto debería de llevarnos a tomar la política mucho más en serio y permanecer atentos a lo que en ella acontece, para que el día de votar no seamos «los buenos que no hacen nada», favoreciendo así que triunfe el mal. (Véase lo que sucede entre nosotros y se podrá constatar el acierto de esta aseveración.) Menos mal que, a la postre, quizá tenía razón el satírico escocés John Arbuthnot cuando aseguró que «todos los partidos políticos mueren tragándose sus propias mentiras». Lo malo es que casi siempre tardan demasiado en llegar a hacerlo… y deberíamos anticiparnos.

¿Estamos ahora en una fase de desafección social o, cuando menos, de un claro desencanto político generalizado? Es difícil argumentar que no, pero tampoco cabe recrearse en un desaliento frustrante. Porque la mirada parece estar puesta en un «después» todavía no discernido. Cabe hacer análisis pormenorizados de todas las fuerzas políticas —y también de su forma de combinarse o relacionarse—. Es algo que hemos visto reiteradamente en las sesiones parlamentarias, en las que cada partido busca la suma de acuerdos que más favorezcan sus propósitos. Algo que, sin duda, continuará —cuando menos— hasta el final de la actual legislatura.

El mayor forjador de todas estas combinaciones de acuerdos es Pedro Sánchez, pero sería injusto decir que solo él es responsable de tal cantidad de entendimientos interesados o mediopensionistas. Porque está claro que sus socios (ocasionales o permanentes) también juegan en defensa de sus intereses. Y en este punto la lista es larga y consabida, porque se repite con harta frecuencia para impedir el éxito de los adversarios políticos. Ahora ya solo nos falta saber si el futuro próximo irá de lo mismo.