Desatados

José Francisco Sánchez Sánchez
Paco Sánchez EN LA CUERDA FLOJA

OPINIÓN

Martina Miser

10 jun 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando decimos que alguien está desatado o desatada, curiosamente, no queremos decir que alguien lo haya liberado de una atadura, que se haya vuelto más libre que los demás, sino que estamos ante alguien que se ha disparado, sin contención, desbocado como un caballo ingobernable y, por tanto, imprevisible. El desbocado es persona que carece de vínculos o que, teniéndolos, no los respeta. Alguien incapaz de sentirse obligado. El miércoles, en la última pantalla de su presentación, un alumno colombiano y otro brasileño escribieron: «Gracias-Obrigado». En casi todos los idiomas de nuestra área el agradecimiento se concreta en desear algo bueno, gracias, a quien nos ha ayudado. El portugués, sin embargo, recurre a una expresión fuerte, «muito obrigado», que compromete a quien agradece: se declara obligado, en deuda con la otra persona, como si creara un vínculo nuevo o reforzara otro ya existente. Me impresiona esa manera de agradecer que un desatado sería incapaz de pronunciar.

Vivir en sociedad requiere vínculos y compromisos. Los entrenadores usan mucho esta última palabra, incluso para referirse a «compromiso con el balón». Y también aquello de «jugar muy juntos» para achicar los espacios e impedir que el adversario se mueva con libertad. Fórmulas que cuajan en «levantar la cabeza y mirar a los compañeros», «bajar a defender», «dar ayudas o asistir». Cuando se relativizan los vínculos y desaparece el compromiso, nos volvemos máximamente manipulables. Quien no quiere compromiso, no quiere querer o no sabe. Es fácil que se vuelva un desatado.

A algunos les interesamos desatados, sin límites. Nos los pondrán ellos, piensan, cuando se los pidamos o cuando ni para eso nos queden fuerzas.