Morir en agosto

Eduardo Riestra
Eduardo Riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

Nico Rodríguez | EFE

07 ago 2023 . Actualizado a las 08:58 h.

Hay muertes que despiertan admiración, como la de Sócrates o las de los héroes que conscientemente dan la vida por su país o su prójimo —si esto no es la misma cosa—. Pero para eso la muerte tiene que ser previsible, posible, cercana. Conocí a Ramón Lobo muy poco, en la presentación de las memorias de Enrique Meneses, en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Corría, creo, el año 2006. Recuerdo que su padre nos confundía a ambos por nuestras calvas. Ramón era ya un afamado reportero de guerra, de la estirpe de Leguineche, y muy amigo del fotógrafo Gervasio Sánchez, que andaba entusiasmado con el tocho que presentábamos —Hasta aquí hemos llegado—. Desde entonces pasaron ya muchos años cargados de muchas cosas. Supe que lo echaron de El País con el famoso ERE del 2012, pero que seguía en la brecha. 

Hace exactamente ocho días, Gervasio publicó un artículo en el Heraldo, su periódico de siempre, anunciando que a Ramón le quedaban dos semanas de vida, es decir, que moriría el próximo sábado. Era una carta desgarradora de amistad y admiración. Ramón había sido diagnosticado de dos cánceres distintos pero simultáneos a finales del año 2022, pero mantuvo la esperanza. Estos días de julio, en cambio, especulaba con humor británico sobre la incomodidad de acudir a un entierro en pleno agosto. Finalmente no cumplió el plazo de Gervasio y murió el pasado miércoles. Si yo, que apenas lo conocía, estoy conmocionado, imagínense cómo deben estar sus amigos.