El paseo

Ramón Pernas
Ramón Pernas NORDÉS

OPINIÓN

PEPA LOSADA

19 ago 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Y el caminante escribe en frases cortas el camino. Las antes llamadas fiestas patronales tocan a su fin entre el reguetón insolente y los fuegos de artificio. Revolotean indolentes las gaviotas jugando al corro por el cielo.

Y el paseo es un punto y aparte desandando el malecón, mientras la vida que habita junto a la mar pone el punto y seguido a la tarde que sestea tras el orballo de lluvia fina.

Es agosto y es verano, y el paseante se hace invisible al confundirse con el paisaje y agavilla torpemente los recuerdos, y regresa a otros días cabalgando la vieja memoria circular de cuando la infancia era un sentimiento que creció a una juventud transida para convertirse en una madurez que tornó a una senectud que llegó por sorpresa como si tal cosa.

Y paseando se encuentra con los amigos que ya no están y que pueblan todos los registros de su melancolía, y a lo lejos se escuchan los sonidos amables de la verbena y vuelve a ser agosto en el calendario azul de las emociones, en el catálogo intenso de los sentimientos primeros, los que han crecido contigo.

Y paso a paso, con toda la mar compañera por testigo, recorre las estaciones provinciales de este pueblo que es el suyo. Saluda con un adiós inaudible a quien consigo va, como en una estrofa de un poema de Kavafis que siempre busca la Ítaca perdida.

Y vuelve a retornar a sus padres ausentes en la laguna Estigia de la eternidad, a un tiempo en que siempre fue domingo, y el sol y la luz se quedaron detenidos en una postal antigua que no adivino dónde está ahora.

Y dejo que la brisa envuelva todo el paseo y como por sorpresa al fondo de la mar, donde un tiralíneas mágico dibuja el horizonte, se anuncian las primeras sombras de la noche y la luna es un saltimbanqui que intenta torpes acrobacias colgándose en el cielo.

Pronto se asomarán las estrellas presumidas, mirándose en el espejo oscuro del océano anochecido.

Y el caminante pondrá término al paseo clausurando la tarde, escribiendo un hasta luego en la foto fija de su pequeña ciudad, allí enfrente de donde se asienta su pueblo. Y llueve como si no quisiera dejar de hacerlo, llueve por mí, y el agua inunda mi nostalgia de otros San Roque, cuando los días grandes eran las fiestas patronales y se encendían las guirnaldas de luces multicolores prologando la ultima kermesse.

Por la plaza, en la plaza, bailaban las parejas. La orquesta tocaba una balada antigua, que continúa sonando en mi cabeza. El caminante sonríe al escucharla. Tras el paseo.