Autónomos: nada que celebrar

Francisco Javier Pérez Bello PRESIDENTE DE LA FEDERACIÓN DE AUTÓNOMOS DE GALICIA

OPINIÓN

María Pedreda

22 ago 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Lamento discrepar de las valoraciones optimistas de gobierno y medios afines: opino que los autónomos no tenemos nada que celebrar, vista la evolución de la economía.

Como conclusión general, más que crearse empleo se reparte, en línea con el descenso de horas trabajadas que refleja la última EPA; se ha sustituido el contrato temporal por el contrato indefinido breve.

Cae, no obstante, tanto el número de contratos indefinidos como el de contratos en general (un 13,4 % en tasa interanual). Desciende el paro en estos meses de verano, por el factor turístico, pero es el tercer peor dato desde el 2011. España tiene la mayor tasa de paro de la UE (12,7 %) y la mayor de paro juvenil (28,4 %).

Los demandantes de empleo ocupados aumentan en 70.729 personas en junio y 86.957 en julio (aquí están los fijos discontinuos cuando cesan su actividad, aunque no son considerados parados). La Unión Europea estima que hay casi un millón de personas (985.000) que no trabajan en España y no están incluidas en las listas del paro.

La afiliación crece en estos meses —junio y julio— propiciada por el sector servicios, pero, si desestacionalizamos el dato, resulta que el número de afiliados baja en 20.119 personas.

En cuanto a los autónomos, cae la afiliación en julio en 6.819 personas, o sea, que hemos perdido una media de 200 autónomos cada día del pasado mes, una debacle. El RETA (Régimen Especial de Trabajadores Autónomos) se desangra sin que nadie haga nada, al contrario: desde febrero del 2020 hay en España 33.242 empresas menos.

Nada hay, pues, que celebrar. Vivimos una desaceleración muy importante en creación de empleo y la paulatina desaparición, si nadie lo remedia, del régimen de autónomos, o mejor dicho, de los autónomos. El año 2023 terminará siendo malísimo para este colectivo. Si ampliamos la perspectiva, los datos adquieren tintes dramáticos: el comercio pierde casi 20.000 activos en un año, la agricultura casi 2.000, lo mismo que la hostelería; la industria supera las 3.000 bajas de autónomos, pérdida apenas mitigada por el crecimiento de las actividades profesionales, científicas y técnicas (6.889 nuevos activos), las actividades sanitarias (4.487) o las actividades artísticas y de entretenimiento (3.368).

En Galicia tenemos 206.590 autónomos (seguimos en mínimos históricos) en el mes de julio, 52 más que el mes anterior, 366 más que a principio de año, pero 1.521 menos que hace un año. En este último año, el aumento de los costes sociales y fiscales, de los gastos asociados a la actividad y la incertidumbre marcan la tendencia negativa.

Así pues, la economía camina por el desierto, ante un espejismo provocado por la anestesia del gasto público, la creación de empleo público (tres de cada cuatro nuevos empleos lo son en el sector público) y la estacionalidad del verano, y ni aun así son grandes cifras.

Precisaríamos de un cambio de políticas, a través de la seguridad jurídica, que sirva de marco para la atracción de nuevas industrias, la mejora de la protección social, dignificación de las pensiones de nuestros mayores, disminución de la presión fiscal, de los costes laborales y sociales, simplificación administrativa, programas de relevo generacional, digitalización de nuestros negocios y actividades, reducción del gasto público improductivo y una apuesta clara por el autoempleo, como generador de riqueza y empleo estable y de calidad.