Miguel Bosé, en el diván

Beatriz Pallas ENCADENADOS

OPINIÓN

Cecilia Bayonas

10 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Crecer nunca resulta fácil. En el caso de Miguel Bosé, encontrar espacio vital en un hábitat familiar desquiciado fue un ejercicio endiablado que pone en contexto todo lo que el artista ha sido, es y será. El Bosé que convirtió su marca en caricatura por arremeter contra las medidas sanitarias en la época más oscura de la pandemia enseña ahora su corazón herido en el documental Bosé renacido. Con su voz rota, cuenta una historia narrada y dramatizada de manera impecable. La de un heredero varón que nunca estuvo a la altura de lo que se esperaba de él. Bosé se sienta en el diván para conjurar sus monstruos, retroceder en el tiempo y sacar a la luz los traumas de la infancia. A ellos se dedica el primer episodio, el único estrenado hasta ahora, en el que vuelve atrás sobre sus pasos a Villa Paz, la casa de campo donde la felicidad de una existencia onírica entre animales y naturaleza quedó marcada por rupturas violentas e irremediables. Confiesa el cantante que creció sin padres y que lo suyo más que una familia era una trampa. Que lo primero que debía hacer por las mañanas antes de lavarse los dientes era encontrar la manera de sobrevivir a aquellos dos monstruos que cuando no estaban, malo, pero cuando estaban «no traían nada bueno». Su vida de ahí en adelante se desplegará en tres episodios más.