Pinganillos y otros problemillas

Pedro Armas
Pedro Armas A MEDIA VOZ

OPINIÓN

BENITO ORDOÑEZ

19 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El pinganillo, que tiene nombre de protagonista de novela picaresca del Siglo de Oro, es un artefacto contemporáneo, un pequeño auricular inalámbrico que, de par en par, es utilizado, entre otros fines, para la traducción simultánea. Feijoo tiene un problema con los pinganillos. Los usa, pero duda de su necesidad según la nacionalidad. Para él son imprescindibles en las instituciones y foros extranjeros: ONU, OTAN, Parlamento Europeo, parlamentos nacionales, conferencias y congresos celebrados fuera; pero son innecesarios en las Cortes Españolas. Como buen liberal, basa su argumento en el ahorro.

Sánchez y sus socios han corrido para registrar una proposición de ley que reforme el reglamento parlamentario en el sentido de permitir el uso de las lenguas cooficiales en los plenarios. Intentan llegar a tiempo de que esa sea la escenografía en la investidura de Feijoo. Para ello hacen falta pinganillos. Feijoo ya ha tuiteado que es gallego, que habla castellano y gallego, pero no concibe un Congreso con pinganillos, puesto que, si todos los representantes del pueblo común pueden comunicarse en una lengua común, por qué ha de hacer el pueblo un gasto comunitario.

Es probable que los pinganillos, baratos en su versión básica, se transformen en cascos de diseño. Es imprescindible contratar, mediante concurso público de urgencia, a traductores e intérpretes en las cinco lenguas cooficiales. Es previsible que los debates se conviertan en diálogos de besugos. Es preciso contratar a nuevos taquígrafos, para que el Diario de Sesiones y el BOE sean legibles. Tendremos el Parlamento más políglota de Europa, pero continuaremos siendo uno de los países europeos menos políglota.

Feijoo reconoce, con sinceridad, que no sabe inglés, y que en eso se parece a la mayoría de los españoles. Admite que en los foros internacionales no tiene problema, gracias a los pinganillos. Ve necesarios los pinganillos fuera de España e innecesarios dentro del Congreso de los Diputados. Además, recalca que no tiene problema porque se expresa en la segunda lengua del mundo. No obstante, la lengua de Cervantes, como mejor se defiende, es leyendo a Cervantes. El pinganillo no es el problemilla.