Hacer el canelo o el primo

Francisco Ríos Álvarez
francisco ríos LA MIRADA EN LA LENGUA

OPINIÓN

Juan Carlos Hidalgo | EFE

23 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando Borja Sémper, portavoz del PP, anunció que su partido iba a oponerse a que el gallego, el catalán y el vasco pudieran emplearse en el Congreso, dijo que no iban a «hacer el canelo». Parte de su posterior intervención en el pleno la hizo en euskera, y a partir de ahí la expresión hacer el canelo corrió libre en el hemiciclo y en los medios de comunicación.

La locución de marras, que se emplea al menos desde los años treinta del siglo pasado, equivale a hacer el primo, que es en lo que cae quien, en su ingenuidad, se deja engañar fácilmente. ¿Pero a qué hace referencia en este caso la voz canelo? Como adjetivo, canelo se aplica a cosas del color de la canela, sobre todo perros y caballos, y como sustantivo da nombre a dos árboles. Es difícil precisar el sentido literal inicial de algunas expresiones de origen popular. Es posible que en este caso el creador de la frase tuviese en mente los perros canelos, que, pese a que solo tienen en común el color, suelen mencionarse con ternura y compasión. Unas muestras: Alonso Zamora Vicente habla de «un bastardo canelo muy simpático»; Tomás Carrasquilla, de «un cachorro canelo, muy bonito y de muy buena raza»; Caballero Bonald escribe sobre un perro canelo, indeciso y cojo, y Galdós, de «un perrito canelo, de pelo largo y fino, y hocico muy inteligente».

Más claro está el origen de hacer el primo, sinónimo de hacer el canelo. Joaquín de Entrambasaguas lo sitúa en las cartas que durante los sucesos del 2 de mayo de 1808 en Madrid dirigió el general francés Murat al infante don Antonio y a la Junta de Gobierno de España. En ellas comenzaba con un «Señor primo, señores miembros de la Junta». Y tras describir los atroces castigos que caerían sobre quienes se levantasen contra el invasor, se despedía con un «Mi primo; señores de la Junta: pido a Dios que os tenga en santa y digna gracia».

En los textos de entonces, el rey trataba de «primo» a los grandes de España. Murat lo imitó y con intención burlesca llamó primo al infante don Antonio, al que José María Iribarren tacha de incauto, atontado, sumiso y necio crédulo. «El Dos de Mayo —escribe Entrambasaguas— fue el pueblo quien descubrió la existencia de quienes hacían el primo frente a los manejos de Joaquín Murat y reaccionó contra quienes se dejaron engañar traicionando al pueblo con la frase expresiva de hacer el primo [...] a modo de corte de mangas lingüístico». Eso por hacer el canelo.