Sector mar-industria: sentidiño y resiliencia

Roberto Fariña PRESIDENTE DE ASOCIACIÓN GALLEGA DE DEPURADORES DE MOLUSCOS

OPINIÓN

MONICA IRAGO

23 oct 2023 . Actualizado a las 04:49 h.

Desde el inicio de los tiempos, la relación de los gallegos con el mar es evidente. El mar de Galicia no solo es sustento. Es parte vital de la sociedad gallega, marcando notablemente nuestra personalidad colectiva forjada durante generaciones por todo nuestro litoral, desde el Miño hasta el Eo.

El mar nos sirvió de aprendizaje y de escuela. Aprendimos a obtener recursos pesqueros, a desarrollar un importantísimo sector marisquero, a descubrir la potencia acuícola mundial que hoy es Galicia. Fuimos pioneros en la transformación de los productos de la pesca y marisqueo, exportamos y conformamos flotas por todo el planeta y enseñamos al resto del mundo cómo se creaba un sector sostenible, eficaz y cuidadoso con el medio ambiente como el sector mar-industria.

Pero todo este camino que se resume en estas breves líneas no fue fácil. Nadie como la gente del mar conoce el término resiliencia, de tanta actualidad en estos tiempos en el Ministerio de Transición Ecológica (Miteco). A lo largo de toda esta breve y larga historia capeamos miles de temporales, sufrimos enormes crisis económicas y de abastecimiento, quitamos petróleo del mar con nuestras manos, trabajamos con ímpetu en lo más duro de una pandemia con el fin de garantizar que no faltase de nada a nadie.

Quizá todo esto sea la razón por la cual el sector mar-industria gallego es el más longevo en todo el conjunto socioeconómico e industrial de Galicia. Hasta que algunos desde un despacho ministerial en Madrid se empeñen en ponerle fin.

En marzo del 2018 se pretende modificar el Reglamento General de la Costa, con un rechazo frontal del conjunto del mar gallego. De vuelta, apenas dos años después y en lo más duro de la pandemia, se intenta de nuevo a través de la Ley de Cambio Climático, por medio del a la postre conocido por muchos artículo 18, el más enmendado de la ley y que vendría a marcar el futuro medioambiental español a décadas vista. Como no es suficiente, se procura con una nueva ley de costas, injusta con Galicia, donde el actual Gobierno pretende aplicar tabla rasa al litoral, igualando la costa gallega en su uso socioeconómico y orográfico al de cualquier otra comunidad autónoma española, como si Benidorm, Maspalomas o Muros tuviesen algo en común.

De nada les valen a algunos políticos los acuerdos plenarios de prácticamente la totalidad de los ayuntamientos costeros donde rechazaban de facto estas propuestas, ni las resoluciones del Parlamento gallego, ni los avisos de organizaciones sindicales, ni la voz de miles de gallegas y gallegos y, mucho menos, las palabras de la gente del mar de Galicia. Esa otra «resiliencia» que cita el Miteco y para la que, según ellos, debemos estar preparados va a ser la causante de este desaguisado, donde ciertamente, y por primera vez en siglos, se está llevando al límite al conjunto del sector mar-industria gallego.

Únicamente que el Miteco aplique el sentido común, ese sentidiño tan arraigado en Galicia, puede ayudar a poner algo de orden. Empezando por las inversiones y desarrollo en el sector marítimo pesquero y continuando con infraestructuras, autorizaciones, planes portuarios y un largo etcétera que esta norma arbitraria con Galicia frenó de golpe.

Y a la espera de ese sentidiño por parte del Miteco que nunca llegó, se propone la aportación de administraciones, colectivos, concellos, universidades, técnicos, sectores, asociaciones ecologistas, sindicatos, particulares..., todos ellos conocedores de nuestro mar, de nuestra costa y de nuestro litoral, donde se propone redactar un marco normativo que garantice, si cabe, una mayor protección medioambiental, con una mejora paisajística, reordenando y concretando el uso de todas las actividades que conforman la idiosincrasia del mar gallego; y que reconozca de una vez por todas que, dentro de un marco jurídico constitucional, el uso de la costa de Galicia se siga manteniendo con la misma finalidad de los últimos siglos: vivir de y para el mar.

A todos aquellos que pretenden legislar nuestro mar, costa y litoral desde esos despachos de Madrid, si quieren conocer la resiliencia y el sentidiño, vengan a Galicia, están invitados.