
La posible amnistía que vamos conociendo se basa en lo que han ido filtrando las partes interesadas en el acuerdo. Tanto los socialistas como ERC o Junts, estos con esa ampliación que Puigdemont busca para diferenciarse de su rival natural en las urnas, Junqueras, y asegurar luego que él consiguió mucho más del presidente en funciones. Son retazos del texto definitivo que habrá que analizar párrafo a párrafo, de lo que se está hablando para cerrar la investidura de Sánchez gracias, entre otros, a los independentistas catalanes.
En cualquier caso, esta proposición de ley de la amnistía o del borrado penal nada tiene que ver con aquella amnistía del año 77, acuerdo que sí supuso el perdón y la reconciliación entre los españoles. Momento histórico que dio paso a la transición. La posible firma que tenemos enfrente ahora es un pacto entre partes, no entre todos los ciudadanos. En realidad, estamos ante la amnistía de un delito. Por lo que sabemos, la amnistía del 1-O pretende dos cosas. Supone el olvido legal de los delitos cometidos para posibilitar y ejecutar aquella consulta ilegal y lo hace, además, sin necesidad de que haya existido juicio, sentencia o condena. Los políticos de Junts no pasarían por el banquillo ni por la cárcel como sí lo hicieron otros secesionistas, aunque finalmente fuesen indultados por el Consejo de Ministros que presidía Pedro Sánchez.
La inviabilidad de todo lo que se está haciendo, aunque el socialista supere la investidura, es lo que más está asombrando al pueblo. Sin pasión, cualquiera puede darse cuenta de que todo lo que se está arreglando, y que estamos presenciando, tiene el único objetivo de viajar hacia ninguna parte. El posible gobierno que salga de estos acuerdos es el más débil y enfermizo de los que hemos conocido. ¿Cómo sacará adelante cuatro presupuestos? ¿Gobernará solo a golpe de decretos ley?
En seguida, Sánchez tendrá que elegir entre dos posibles socios de investidura, tan pronto como se celebren las elecciones vascas. Es posible que Bildu vuelva a superar al PNV, como pasó en las generales. ¿Hará entonces el presidente socialista lendakari a Otegi tras esos comicios? O Bildu o el PNV precisarán de los votos del PSOE para gobernar en el País Vasco. Si opta por Bildu, con la justificación de que fue el más votado, se podría encontrar en contra al otro colega necesario, el PNV, el perjudicado con esa decisión. Otro tanto sucederá con las elecciones catalanas. ¿Quién gobernará en Cataluña: ERC, Junts o el PSC? Podemos declinar centenares de situaciones adversas a las que tendría que enfrentarse el ejecutivo que salga de estos pactos. Un gobierno débil es un país débil.
Más preguntas para este viaje a ninguna parte que, ya antes de comenzar, nos está costando dinero a todos. ¿Qué pensará ese millón de votos que obtuvo a última hora el PSC en Cataluña y que, según los analistas, fueron tomados prestados por la extinción de Ciudadanos? Esos votantes son lo más lejano que hay al independentismo. Son unionistas y leales a España. ¿Qué harán si se les permite volver a votar? El relato en política puede con todo, pero edificar un futuro sobre unos cimientos tan diversos, endebles y levantiscos semeja lo más lejano a la estabilidad.