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La amnistía la concede Sánchez
Desde que hace seis años Puigdemont declarase, durante unos segundos, la independencia de Cataluña, a diferencia de los líderes de ERC, no se ha sometido al Estado de derecho. Y, además, la amnistía no cabe en la Constitución. Las constituciones son textos escritos, interpretados por la jurisprudencia de los tribunales de garantías. Pero también son pactos de convivencia vivos que se pueden reformar siguiendo los procedimientos establecidos. Podría argumentarse la conveniencia de un nuevo pacto entre los españoles, entre sus representantes, para pasar página. Para eso sería necesario el compromiso de los independentistas de atenerse a la ley y el acuerdo de los dos principales partidos políticos, representantes de la inmensa mayoría de los electores. Todo eso es imposible porque la amnistía la concede Sánchez para seguir en el poder, para evitar que Feijoo, que ganó las elecciones, llegue a La Moncloa. Jesús D. Mez Madrid. Gerona.
Solo de paso
Cada vez que don Juan Carlos regresa a España resurgen las opiniones de que lo hace para ir allanando el camino de cara a establecerse definitivamente entre nosotros, dando así por supuesto que no puede existir otro motivo en sus visitas que no sean las añoranzas patrias. Lo único que dan por sentado los numerosos desplazamientos del rey emérito a Sanxenxo son las cortas visitas de un hombre a sus amigos para disfrutar juntos de un deporte que le apasiona, de una gastronomía espectacular y su regreso a los pocos días a una ciudad como Abu Dabi, en la que la falta de dinero te convierte en un desdichado en el infierno, y poseerlo, en un privilegiado en un paraíso de ensueño. Quizá haya encontrado don Juan Carlos la paz definitiva en el extranjero, allí donde pueda disfrutar de la vida los años que le resten, libre del peso de la opinión pública, y no tenga más intención en sus viajes a España que el disfrute de unos días de vacaciones en un país con muchas cosas que disfrutar pero con demasiadas batallas que él ya se puede permitir el lujo de no librar. Luis Cabaneiro Santomé. Lugo.
La memoria histórica del cine
Ante las críticas a la película napoleónica por su falta de rigor histórico, y para que no pase lo mismo en España, propongo una Ley de Memoria Histórica del Cine, que se atenga, bajo penas y sanciones, a la memoria gubernamental. Por poner solo un ejemplo: si se hace una película sobre la Guerra Civil española, serán sancionados los cineastas que pongan bien a Franco y mal a Negrín. Bolaños podría ser el ministro que proponga la ley. José Luis Gardón. Madrid.