Despoblación a tiempo parcial

Javier Guitián
Javier Guitián EN OCASIONES VEO GRELOS

OPINIÓN

MIGUEL VILLAR

18 dic 2023 . Actualizado a las 19:06 h.

En los últimos años, el problema de la despoblación del medio rural, sintetizado en el concepto de «España vaciada», ha acaparado las portadas de muchos diarios y ha sido analizado desde múltiples enfoques formando ya parte del debate político. En general, el concepto se aplica a territorios interiores ibéricos que en las últimas décadas se han ido despoblando y han perdido buena parte de sus servicios.

Más desapercibida ha pasado la «España vaciada a tiempo parcial». Me refiero a pequeños pueblos, en general costeros o próximos al mar, que durante el verano soportan una fuerte presión turística y que llegado el otoño comienzan a despoblarse, quedándose sin gente y sin servicios. Por razones obvias, esta situación se escapa al radar de la despoblación, aunque genera también problemas graves. En este último caso existe la idea general de que el turismo crea riqueza y empleo, y que esto compensa las incomodidades que los pequeños pueblos sufren con la invasión de visitantes; es discutible. El problema para los residentes se genera cuando las tiendas o los bares cierran el resto del año porque ya han hecho el agosto en la época estival.

En muchos de estos pueblos los precios de la vivienda suben hasta las nubes, lo que hace que los jóvenes no puedan residir en ellos y la propiedad esté en manos de residentes vacacionales fijos discontinuos, o de viviendas de alquiler o similares. Por supuesto, no discuto la legitimidad de todo esto, solo digo que se está agravando y no me gusta.

Como en otros casos, no resulta fácil transmitir que pueblos atestados de gente durante el verano y algunos fines de semana, plagados de motos de agua y ruidosos bañistas, son un desierto invernal, lleno de casas vacías o de mayores solitarios. Es la consecuencia, difícilmente evitable, de una política que ha apostado exclusivamente por el turismo.

El pasado sábado, salí a dar una vuelta por mi pueblo y solo me crucé con una persona de 75 años que ponía a salvo su embarcación de un anunciado temporal. Hace poco más de dos meses, el pueblo rebosaba coches, turistas y cañitas de cerveza, pero ya sin escuela, sin tienda, sin transporte.

Primero se despoblaron las aldeas del interior y nos pareció normal; ahora lo están haciendo las cabeceras de comarca y los pequeños pueblos del litoral y tampoco parece preocuparnos. Una parte de Galicia se ha vaciado y otra vive a tiempo parcial; los expertos nos dicen que vamos por el buen camino, pero no hay camino para quien no sabe adónde va.

Al final, los habitantes de los pueblos comienzan a ser una cosa rara que los turistas observan curiosos durante dos meses. Como dice una canción de La Ronda de Boltaña: «¿Qué verán? Si no te ven cuando te miran, si al mirarte solo ven una postal» o, en versión local: «Egggggg que es supertípico, hablan en gallego».