Pedro Piqueras se despidió de la televisión emulando al Edward R. Murrow de la CBS en los años cincuenta, deseando a los espectadores buenas noches y buena suerte. En eso se traducen sus anhelos de que vengan por delante tiempos «de menor crispación, de más justicia y de más felicidad», aunque él ya no esté ahí para contarlo cada noche a las nueve delante del póster urbano de Singapur. Resulta muy poco frecuente ver a un profesional que lleva toda la vida en la pantalla jubilarse en directo. La dictadura de las audiencias y el tirón de las caras más jóvenes suele forzar el relevo mucho antes. Pero Piqueras resistió. Había sido caricaturizado por sus ocasionales epítetos catastrofistas a la hora de narrar los sucesos, pero el peor trago de sus años en Telecinco llegó tras la huida de Pasapalabra. Sin tener al concurso como telonero, no solo su liderazgo histórico se desplomó, sino que tuvo que asimilar que quienes le daban paso en directo eran las colaboradoras de Sálvame. Fue un intento de la cadena por darle impulso, pero pocas veces periodismo y entretenimiento se repelieron tanto. Unas horas después del adiós de Piqueras, David Cantero e Isabel Jiménez también despidieron entre lágrimas su último informativo juntos después de 13 años como pareja del mediodía. Telecinco empezará el 2024 intentando salir a flote con una revolución de sus noticias.