Donald Trump, el primer expresidente de Estados Unidos procesado por cargos penales federales, no ha mostrado la menor señal de rectificación o de desánimo. Muy por el contrario, se ha lanzado al ataque y ya ha advertido que, si sale elegido, nombrará «un fiscal para perseguir a Joe Biden», al que ha calificado de «corrupto». Lo cual quiere decir que estamos ante el mismo Trump que ya fue presidente de EE.UU. y que ahora se ha lanzado a rentabilizar el papel de víctima hasta la victoria final.
Porque ya no se puede negar que Trump está en plena campaña electoral y que esta será tan agitada y tensa como él pueda provocar. Su situación es ciertamente compleja, pero es en este terreno en el que mejor se ha desenvuelto toda su vida, y su perfil de sujeto indomeñable le aporta quizá los apoyos más firmes. Parece haber algo en su soberbia que casa bien con el potencial de EE.UU. y quizá por ello su propio victimismo le funciona bien, porque él lo presenta revestido de audacia y de valor.
La Fox News, la poderosa cadena conservadora de televisión, vuelve a ser la vanguardia informativa de Trump y, muy particularmente, anti-Biden, al que califica de «dictador». Todo lo cual va perfilando los niveles de la confrontación. Porque Trump necesita un viento a favor que desacredite las acusaciones que aún apuntan hacia él. La elección presidencial de final de este año es la línea del horizonte y también la meta. Es seguro que Trump tiene muchos puntos débiles, pero también es cierto que su disposición política lo blinda ocasionalmente y le aporta votantes incondicionales. Porque el personaje que encarna parece tener algo de los míticos forjadores de EE.UU., a los que supera quizá en descaro y en vocación por el desafío dentro de un «todo vale».
De momento, ya ha alentado a Rusia a atacar a los aliados de la OTAN que no gastan el 2 % de su PIB en defensa, y entre sus planes figura la opción de restringir o detener la ayuda económica y militar estadounidense a Ucrania. Todo lo cual vendría a complicar la situación de la propia UE en el conflicto. Su oponente, Joe Biden, sabe que estos son los puntos fuertes —y también los débiles— de su adversario.