Diez años del accidente de Germanwings: el suicidio de un copiloto que acabó con la vida de 150 personas

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A raíz del siniestro, muchas aerolíneas introdujeron cambios como la obligación de que nunca haya una persona sola en la cabina y controles psicológicos más estrictos a la tripulación

25 mar 2025 . Actualizado a las 13:01 h.

A las diez horas y 41 minutos de la mañana de este lunes 24 de marzo, sonaron las campanas de la iglesia de Haltern am See, una ciudad al oeste de Alemania. Hace diez años, 16 estudiantes del instituto de esta localidad alemana murieron en un accidente de avión que se produjo exactamente a esa misma hora. Esos jóvenes y otros dos profesores del centro formaban parte de las 149 víctimas que perdieron la vida en el accidente aéreo de Germanwings.

Hace una década que Andreas Lubitz, copiloto del vuelo 9525, estrelló intencionadamente el avión Airbus A320-211 de la aerolínea alemana Germanwings —filial de Lufthansa— contra los Alpes franceses. A bordo iban 144 pasajeros y 6 tripulantes. Todos fallecieron en el impacto. 

La aeronave había despegado sobre las diez de la mañana del aeropuerto de Barcelona, con destino Düsseldorf. El vuelo estaba programado para durar aproximadamente dos horas. En la cabina estaba Patrick Sondenheimer, el comandante, de 34 años y más de 6.000 horas de vuelo a sus espaldas. Le acompañaba Lubitz, que acababa de cumplir 27 y había pilotado aviones durante 630 horas.

Todo transcurrió con normalidad hasta las 10:27. A esa hora, Lubtiz se quedó solo en la cabina y aprovechó la ausencia del comandante para bloquear la puerta de seguridad, impidiendo cualquier intento de acceso desde el exterior. Dos minutos más tarde activó manualmente el modo de descenso, programando el piloto automático para reducir la altitud del avión de 38.000 a 100 pies, la altitud mínima permitida. El avión comenzó un descenso controlado a una velocidad constante de 1.200 metros por minuto. Durante los siguientes 10 minutos, Lubitz ignoró todas las llamadas de control aéreo y los intentos del comandante por reingresar a la cabina.

Los registros de la caja negra mostraron que el capitán golpeó repetidamente la puerta y gritó tratando de entrar, mientras la tripulación intentaba ayudar. Sin embargo, las puertas reforzadas de los aviones, diseñadas para evitar secuestros, eran imposibles de abrir sin la autorización del piloto desde dentro. A las 10:35, el Centro de Control de Marsella declaró una emergencia aérea al notar el descenso sin respuesta del avión. Durante los últimos instantes del vuelo, los registros de audio captaron los gritos de los pasajerosque se dieron cuenta de que algo iba mal cuando el avión comenzó a descender sin ninguna comunicación previa del piloto.

Un acto premeditado

La noche anterior a la tragedia, Lubitz investigó en internet diversas formas de suicidio y cómo llevarlo a la práctica. También buscó información sobre la seguridad de las puertas de cabina de los aviones. La investigación determinó que tenía antecedentes de depresión severa y había sido tratado por trastornos psiquiátricos. Aunque médicos le habían diagnosticado problemas de ansiedad y lo declararon no apto para volar, ocultó su estado a la aerolínea. El joven visitó a decenas de médicos durante años. Le recetaron bajas por enfermedad, pero ninguno contactó con Lufthansa para informar de que la mente de Lubitz era una bomba de relojería. 

A raíz de la tragedia, la aviación cambió. Por un lado, se intensificaron los controles médicos y psicológicos a los pilotos. Por otro, muchas aerolíneas establecieron que, si un piloto sale de la cabina, otro miembro de la tripulación debe ocupar su lugar para evitar que una sola persona tenga control absoluto del avión. Aunque algunos países eliminaron esta norma tiempo después. También se implementaron controles más estrictos sobre el personal, incluyendo pruebas para detectar alcohol y sustancias psicoactivas, que se aplican incluso a la tripulación de aerolíneas extranjeras que operan en la Unión Europea.

El reclamo de las víctimas

España fue el primer país que puso en marcha algunos de los cambios. La Agencia Española de Seguridad Aérea (AESA) impuso en el 2021 los test de alcohol en las inspecciones en rampa —tanto a pilotos como a tripulaciones— que hacen de forma aleatoria. Igualmente, como consecuencia de este accidente, y a instancias de la «Asociación de afectados del vuelo GWI 9525 en los Alpes», en el 2023 el Gobierno modificó la legislación para que las bajas médicas se comunicaran directamente desde las empresas a la Seguridad Social. El entonces ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, reconoció en una carta enviada a la asociación que el «esfuerzo, trabajo y empuje» de esta organización fue lo que más contribuyó a ese cambio normativo.

Salvador Illa acompañó este domingo, durante un acto celebrado en Barcelona. a los familiares de las víctimas del accidente aéreo de Germanwings.
Salvador Illa acompañó este domingo, durante un acto celebrado en Barcelona. a los familiares de las víctimas del accidente aéreo de Germanwings. Marta Pérez | EFE

«Tenemos el convencimiento de que se debería aplicar en todos los países de la Unión Europea para que no vuelva a pasar nunca más. Sabemos que es un reto difícil y pedimos al Gobierno que nos ayude a impulsarlo», ha dicho durante el acto conmemorativo de este lunes en Barcelona, Lourdes Bonet, que preside la asociación de víctimas.