«Accedí a la carrera de ciencias sociales que quería sin tener capacidad para debatir»

OPINIÓN

César Quian

17 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Comentarios de texto (anti) críticos

Llovía mucho en A Coruña mientras le resumía a mi padre el examen de Lengua Gallega de selectividad. Empecé el texto argumentativo sobre el movimiento Nunca Máis del hundimiento del Prestige, pero lo taché porque no tenía conocimiento alguno. ¿Qué pasó? Primera reflexión: ¿cómo un adolescente casi mayor de edad puede ser tan inculto?, pensaría cualquiera. «Maquis», «macizos antiguos», «umbría», «estiaje»... Las definiciones de Geografía que tuve que memorizar como el padrenuestro para obtener la máxima nota. Ahora las leo y me resulta difícil recordar qué eran exactamente. Pero accedí a la carrera de ciencias sociales que quería. Y sin tener capacidad argumentativa para debatir. Un sobresaliente en Lengua Gallega. ¿Va todo bien? Martín Jiménez López. A Coruña.

Ay, Francia

En el Congreso francés se ha aprobado, casi por unanimidad, la ley del aborto. Desde la derecha moderada y la ultraderecha hasta la izquierda moderada y la extrema izquierda, todos han votado con entusiasmo la interrupción voluntaria del embarazo. Yo hacía tiempo que notaba algo raro entre los franceses: un montón de huelgas y manifestaciones llenas de odio y de violencia; escaparates rotos, vandalismo, pillaje y hasta el Arco del Triunfo recibió pintadas. ¡Ay, Francia!, quién te ha visto y quién te ve. Aquellos franceses que nos visitaban llenos de encanto y glamur y los que vienen ahora que parece que regresan de un safari, mal vestidos y pasotas. ¿Dónde está la grandeza de Francia? Seguramente Peter Pan, volando desde Disney, esparció unos polvos mágicos que los enloqueció a todos. Joaquín Gil de la Peña. Cambados.

Guerra de Ucrania

Quizá se nos ha olvidado, pero Europa se lo juega todo en Ucrania. Tras dos años desde su inicio, la guerra ha pasado a ocupar un lugar oscuro en nuestras mentes. Hemos preferido olvidar porque nuestras vidas son ya lo suficientemente problemáticas, o porque simplemente no podemos obsesionarnos con semejante terror.

Empero, Ucrania hoy está en una situación demasiado precaria. Solo así se entienden las declaraciones de Macron, en favor de no renunciar a una intervención directa de Francia. Y quizá no sea ese el camino, pero, desde luego, quedarnos de brazos cruzados no soluciona nada, ni para los ucranianos ni para el resto de europeos. Con un apoyo de los Estados Unidos ahora mismo incierto, reivindicar la autonomía europea en materia de defensa y la movilización de recursos en favor de un aliado no es ninguna locura ni una provocación injustificada, sino volver a demostrar la misma determinación y unidad que nos ha permitido llegar hasta aquí. Paulo López Muñoz.