Desenmascarando a los villanos corporativos

Susana Quintás
Susana Quintás PUNTO DE VISTA

OPINIÓN

BENITO ORDOÑEZ

22 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

En el océano de las relaciones, las empresas navegan entre corrientes de personalidades donde muchas impulsan hacia adelante, pero otras amenazan con llevar el barco a la deriva. Se trata de identificar y neutralizar a las personalidades tóxicas, piratas modernos del bienestar colectivo. Su impacto es devastador, erosionando la moral y la productividad. Generan climas conflictivos e incluso asfixiantes, desmotivando paulatinamente a sus compañeros. Colaborar con ellos acaba suponiendo una carga agotadora a nivel mental. ¿Te suena conocido? ¿Alguna vez te has encontrado en una situación así?

Hoy en día, se trabaja —hasta tres cuartas partes de la jornada laboral— en entornos colaborativos para generar más innovación y mejores soluciones, por lo que el éxito empresarial no descansa únicamente en la eficacia individual, sino en el trabajo en equipo. Si queremos equipos excelentes hay que desentrañar sus claves. Así lo entendió Google cuando lanzó el proyecto Aristóteles, donde estudió a casi 200 equipos de trabajo para determinar lo que convertía a un grupo de profesionales en un equipo de éxito. Spoiler: no fue poner a los mejores. El estudio concluyó que había cinco elementos que tenían que estar presentes: una comunicación fluida, una mayor confianza para aclarar malentendidos, la distribución de tareas, mejorar la comprensión del objetivo final y, el más relevante de todos, la seguridad psicológica. Definitivamente, Aristóteles tenía razón, «el todo es más que la suma de las partes»; siempre que no estén de por medio personas tóxicas, le faltó añadir.

Además, la Universidad de Harvard les ha puesto precio a los comportamientos tóxicos, casi 12.500 dólares anuales por empleado. En las asociaciones, donde el trabajo se basa en la pasión y el compromiso voluntario, un ambiente tóxico puede desmotivar a los miembros más dedicados, socavando la misión y los objetivos de la organización. Ahí es nada.

¿Cómo combatirlas? Si tienes la mala suerte de que te toque un tóxico cerca, no te resignes, el problema solo se hará más grande. Sé asertivo, evidencia los problemas que genera y, sobre todo, evita que te afecte. Como dicen los ingleses «los ojos en el premio», o, en tu caso, en tus metas personales o profesionales. Mi padre desarrolló un enfoque sencillo que se llama «teoría del cojín rojo»: de la misma manera que un cojín rojo (el que había en el salón el día que ideó el concepto) sobre tu sofá no genera en ti ningún tipo de reacción, te resulta indiferente, hay que esforzarse en que la persona tóxica sea para ti «un cojín rojo». Si te molesta, simplemente aléjalo.

En definitiva, un ambiente tranquilo y de confianza mutua es básico para el éxito empresarial. Esto se dificulta mucho cuando una persona tóxica está presente, su inclinación por el conflicto siempre acabará generando problemas innecesarios. Así que, ¡estad alerta y, a la primera señal de personalidades tóxicas en vuestro entorno, actuad! Después de todo, en un mar lleno de desafíos, el barco más seguro es aquel donde todos reman en la misma dirección.