Fusiones municipales: ¿son la solución?

OPINIÓN

RAMON LEIRO

09 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

A finales del mes pasado falleció Daniel Kahneman, un no economista —un psicólogo— galardonado en el 2002 con el Nobel de Economía, y precisamente por cuestionar alguno de los presupuestos clásicos de la racionalidad económica y cómo adoptamos decisiones bajo incertidumbre. El papel de los atajos mentales o los sesgos que condicionan la toma de decisiones, con múltiples ejemplos como la aversión a las pérdidas —que explica por qué se sigue invirtiendo en proyectos condenados al fracaso— o la tendencia a seleccionar aquellas evidencias o intuiciones que refuerzan nuestros juicios previos, obviando las que los cuestionan.

Cuando hablamos de la planta local de Galicia, de entrada parece existir un consenso básico en torno a la oportunidad de las fusiones. Consenso que recuerda a los nimbys anglosajones —«no en mi patio de atrás»—, todo el mundo parece de acuerdo siempre y cuando no afecte a la propia entidad. Pasada esta etapa, cabría plantearse cómo son los municipios gallegos. Si analizamos la fragmentación municipal, los municipios gallegos están por debajo de la población media de la OCDE, pero por encima de la media de la UE. Esta conclusión se matiza por la relevancia diferencial de las entidades singulares y los núcleos de población más diseminados habitados. ¿Qué otras características tienen los municipios gallegos? Podríamos pensar que dedican demasiado a gasto de personal, y que a través de las fusiones se mejorará la productividad de sus recursos. Una vez más estamos siendo víctimas de nuestras «predicciones en base a historias inventadas». La Administración local de Galicia es la 13 de 15 en cuanto a menor gasto en personal. Fusionando se mejora la prestación de servicios y se generan economías de escala cuasi automáticas. No parece esta la evidencia de lo sucedido en Dinamarca, por ejemplo.

Fusionemos porque los mecanismos de gestión compartida y de colaboración intermunicipal, como podrían ser los Centros de Competencias para la Cooperación Intermunicipal de Hesse, en Alemania, o nuestras mancomunidades no son ejemplos virtuosos. En nuestro caso, si bien es cierto que el 56 % de los ayuntamientos forman parte de una mancomunidad —24 participan en más de una—, no parece que dedicarles el 0,63 % de los presupuestos del sector local implique una apuesta decidida por esta vía de colaboración.

En síntesis, antes de sacrificar el elemento democrático y de pertenencia detrás de las realidades institucionales locales ante el altar de la «intuición sobre la eficiencia», más convendría generar evidencias, evaluar con rigor los procesos iniciados y sus impactos, no vaya a ser que hayamos descartado las vías de colaboración —también en la financiación local, especialmente en el ámbito de los servicios sociales— por una intuición. A la postre, con Kahneman, las correlaciones no siempre llevan implícitas causalidades.