El proyecto de Altri y los sastres

Juan Manuel Lema Rodicio PUNTO DE VISTA

OPINIÓN

ULLOA VIVA | EUROPAPRESS

10 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Tras la publicación en el DOG el día 4 de marzo de la solicitud de autorización ambiental integrada (AAI) del proyecto Gama (planta de Greenfiber-Altri), asistimos a una serie de posicionamientos categóricos por parte de personalidades, periodistas, grupos políticos y sindicatos a favor o en contra (la mayoría), basados en argumentos que en buena medida encuentro poco rigurosos. Adicionalmente, por redes sociales están circulando documentos en los que se pronostican consecuencias apocalípticas sobre el medio ambiente y la salud de los ciudadanos. Por ello, no es de extrañar que la opinión pública se encuentre despistada, ya que, tras una primera etapa en la que se destacaba la oportunidad, avalada por una inusual votación unánime de los tres partidos políticos en el Parlamento de Galicia en febrero del 2022, el acento parece centrarse ahora en las repercusiones negativas, especialmente medioambientales, sembrando dudas sobre el interés del proyecto.

Una de las preocupaciones planteadas repetidamente se refiere al consumo de agua fresca y al vertido del agua tratada, considerando su potencial repercusión sobre el río Ulla y la ría de Arousa, aspectos a los que me referiré en este artículo.

Para la producción de fibra es necesario deslignificar la madera, es decir, obtener la celulosa mediante un proceso Kraft, similar al empleado en la fabricación de pasta para papel. Llama la atención, por tanto, que desde algunas opiniones se acepte la producción de fibra textil, aunque no de celulosa.

Se entiende que la palabra «celulosa» produzca un enorme resquemor en la sociedad, dados los antecedentes de la planta de Ence, que entre los años 60 y 90 del pasado siglo produjo un daño ambiental innegable a la ría de Pontevedra. Desde entonces se han introducido modificaciones estructurales de gran calado, tales como el proceso de blanqueo sin empleo de cloro (proceso TCF, que en su día fue pionero a nivel mundial) y que como consecuencia evita la formación de compuestos organoclorados y la emisión de mercurio o compuestos organomercuriales resultantes de la planta auxiliar de producción de cloro. Según se puede comprobar en la solicitud de AAI, el proyecto Gama propone una pre-deslignificación con oxígeno y un proceso de blanqueo TCF (Total Chlorine Free), por lo que se descarta totalmente que las aguas residuales puedan contener estos compuestos tóxicos.

En el proyecto se presenta una propuesta para los circuitos del agua, tanto de captación como de preparación de los tres tipos de aguas de proceso, que resulta, a mi entender, suficientemente clara. Para el tratamiento de las aguas residuales se diseña un proceso que como elemento central dispone de un reactor biológico de membrana, una tecnología avanzada similar a la prevista en la nueva EDAR de Santiago de Compostela, con unos costes importantes tanto de instalación como de explotación, que debería ser suficiente para alcanzar con suficiente margen los límites legales exigidos.

En mi opinión, el proyecto podría mejorarse si se concretaran medidas orientadas a la reducción del consumo de agua por uso de pluviales y a la reutilización de agua tratada, y si se definiesen con mayor detalle técnico las medidas correctoras, incluyendo los sistemas de postratamiento (tratamiento terciario) insinuados en la propuesta, aunque no explicitados. Estas precisiones permitirían ofrecer una mayor seguridad ante la opinión pública de que la calidad de las aguas de vertido cumplirá con los parámetros físico-químicos requeridos y que el impacto sobre el consumo de agua fresca se podrá reducir notablemente.

Me viene ahora a la memoria una lectura en bachillerato en donde se concluía que los sastres tienen un gran «sentido común», ya que toman medidas personalizadas a cada cliente al confeccionar un nuevo traje. Reivindico ahora este «sentido común» a las organizaciones interesadas para que realicen un análisis riguroso para que sus decisiones no estén basadas en ejemplos pasados, y que propongan alegaciones para mejorar un proyecto que, por su envergadura y repercusiones, merece no ser abordado a la ligera.