Paseando al perro, navegando el mundo
Hace unas madrugadas, paseando a mi perra, todavía oscuro y con las calles apenas puestas, un coche se paró frente a mi casa y con un impredecible golpe de muñeca algo pasó rozándome la cara, golpeó mi puerta con un sonido sordo y quedó sobre mi estera, inanimado, carente de la fuerza desplegada un instante antes y a merced de que un humano lo recogiera y destripara para formar mentes y conciencias: un periódico. Algunos apuntes nacionales, otros internacionales y sobre todo deporte y locales. A veces me echo un cafecito (me encanta lo de echarme) mientras lo leo en una cafetería desierta y trato de dejarlo planchado por si alguien quiere emularme. En esta ocasión, un titular local me sorprendió. El buque escuela Juan Sebastián Elcano atracaría en unos días en el puerto donde me encontraba. Mi mente se trasladó instantáneamente cuarenta años atrás, navegando en él de Pontevedra a Cádiz, en los camarotes de los guardiamarinas (la mayoría desembarcados en Marín); el pan recién horneado, el saludo a los barcos que nos cruzábamos, las misas en cubierta, los amaneceres y las puestas de sol, las anécdotas de la marinería de seis meses navegando con exiguas paradas de cuatro días en diferentes puertos del mundo. Algo ha cambiado. Mujeres oficiales, lo que obligó a reconstruir camarotes y letrinas; la Princesa de Asturias en menos de un año; servicio de comunicación satelital, internet... pero lo esencial sigue siendo igual. 96 años circunvalando el mundo, llevando el nombre de España a todos los continentes y enseñando a los oficiales y marineros a navegar en lo que será una vida dedicada enteramente al servicio público, y yo estaré allí como si cuatro décadas no fueran nada. Luis Peraza Parga. San Diego (California, EE.UU.)